ATLETISMO | DIAMOND LEAGUE
Warholm se cuela en el lleno de los Ingebrigtsen en Oslo
El noruego batió el récord de Europa de 400 metros vallas, con 47.33 en los Bislett Games de Oslo. Jakob Ingebrigtsen fue sexto en la milla.
En Noruega, país con lógica tradición en deportes de invierno, el atletismo se ha metido en las casas a base de resultados. Así, en los Bislett Games, la prueba de la Diamond League de Oslo, se agotaron por primera vez en 54 años de historia los 14.200 asientos para ver a los nuevos ídolos escandinavos, los tres hermanos Ingebrigtsen y a Karsten Warholm, esta vez héroe de la fiesta. Este especialista en 400 vallas se quedó con el trofeo de inesperado titán tras batir el récord de Europa de la distancia. 47.37 tenía el francés Diagana en 1995, 47.33 marcó el escandinavo el 13 de junio de 2019.
Warholm, de 23 años y del pequeño pueblo astillero de Ulsteinvik, es el actual campeón mundial al aire libre de las vallas bajas. “Mi cara lo dice todo, amo el atletismo por días como hoy. Sólo quiero llorar. Hacer un récord de Europa en el estadio Bislett es lo máximo”, decía Karsten, entrenado por el veterano Leif Olav Alnes y que hizo siempre 13 pasos entre vallas. “Leif me dijo que podía correr en 47.30, pero yo no le creía”.
Su felicidad radiante contrastaba con la de Jakob Ingebrigtsen, el gran icono de 18 años con perspectivas de estrella mundial. Dio la cara en la Milla de Ensueño, la gran prueba de la cita en la que triunfaron Coe, Cram... “Probé una táctica diferente, tal vez estaba demasiado emocionado con esta multitud”, admitía Jakob, sexto en la victoria del polaco Lewandowski: “No olviden que acabo de terminar el instituto”. Su hermano Filip fue octavo.
Y el mayor y cabeza pensante de la saga, Henrik, de 28 años dio otra alegría con récord noruego en 3.000 (7:36.85) y fue cuarto. “Esto es increíble, no he parado de hacerme fotos, selfies... Los Bislett Games para nosotros son todo”, decía.
El público, que incluso veía la prueba desde los balcones de los edificios cercanos, pudo ver de regalo un cañón en 100 metros de nombre Christian Coleman. Pese a los 15 grados, temperatura fría, el estadounidense corrió en 9.85. En el estadio Bislett el aire refrescante se compensó con el calor humano de la grada llena, que gritó por los Ingebrigtsen y, sobre todo, por Karsten Warholm, el héroe sorpresa.