Así funciona el pasaporte biológico contra el dopaje
Recopila los parámetros fisiológicos de los deportistas a través de los análisis de sangre y orina para crear un perfil sanguíneo y endocrino.
El pasaporte biológico recopila los parámetros fisiológicos de los deportistas a través de los análisis de sangre y de orina durante un periodo de tiempo concreto. Normalmente se efectúan cinco o seis analíticas. El pasaporte registra los módulos hematológico y endocrino, y a estos datos se les aplica un algoritmo matemático que determina cuál será el perfil.
Así se establece un intervalo de valores entre los que deberían moverse los controles, y aquí radica la principal ventaja de esta herramienta. Las variaciones indican dopaje, ya que se sobrepasan los límites normales: mientras los test convencionales sólo detectan las sustancias no permitidas, el pasaporte descubre los efectos causantes y permite observar las modificaciones que se producen en el organismo. Según indica la AEPSAD en su página web, la precisión es casi infalible: 99,99% en dopaje sanguíneo.
En el antidopaje, el uso de marcadores biológicos comenzó a emplearse en los años 80. La Unión Ciclista Internacional (UCI) y la Federación Internacional de Esquí (FIS) fueron las primeras instituciones en introducir indicadores sanguíneos. En 2008 se aprobó definitivamente el pasaporte biológico por la UCI y la Agencia Mundial (AMA). Igor Astarloa, Rubén Lobato, Ricardo Serrano, Pietro Caucchioli y Francesco de Bonis se convirtieron en 2009 en los primeros sancionados. Y tres de ellos españoles. El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) refrendó la eficacia de este instrumento.