Tom Brady lo tiene todo. Todo. Pocas personas en la historia de la humanidad han tenido una vida más perfecta. Inmejorable. Tiene 41 años y medio, parece que como mucho tiene 28 y sigue siendo el mejor jugador de la NFL. Está casado con una modelo millonaria, Giselle Bundchen, y ambos aparecen regularmente en las listas de parejas más ricas del mundo. Ha jugado más Super Bowls que nadie, ha ganado más Super Bowls que casi nadie, con cinco, empatado con Charles Haley, ha sido elegido mejor jugador de la final más veces que nadie con 4 galardones, es el segundo jugador con más edad que juega el gran partido… acumula hasta 18 récords de la Super Bowl, sin contar los que ha conseguido en temporada regular y en playoffs.
En estos días ha repetido hasta la saciedad que no hay ninguna posibilidad de que esta final sea su último partido
Y lo increíble es que tiene ganas de más. Dejó claro hace tiempo que quiere jugar hasta los 45. Su mujer, desesperada, dice que es incapaz de convencerle de que se retire. En estos días ha repetido hasta la saciedad que no hay ninguna posibilidad de que esta final sea su último partido pase lo que pase y muy pocos en el planeta tierra pueden mirar una imagen suya sin sentir la más grande de las envidias podridas.
Ya ha sido incluido en el selecto grupo de los grandes atletas estadounidenses que entran en el debate por ser considerado el ‘G.O.A.T.’ (cabra en traducción literal), ‘Greatest of all times’. El mejor deportista de todos los tiempos del país. Este domingo, ante los Rams, puede seguir sumando argumentos para desbancar a Michael Jordan y Muhammad Ali, que hasta ahora copaban la discusión. Por eso, muchas veces representan al quarterback de New England con la imagen de una cabra.
Hace poco más de un año se publicó que Belichick y él prácticamente no se hablaban, que las relaciones estaban rotas, que el propietario de los Patriots, Robert Kraft, había impuesto al entrenador que siguiera con Brady como quarterback titular y que Belichick había tenido que aceptar a regañadientes porque quería traspasarlo y quedarse con Garoppolo. Parecía que la Super Bowl contra los Eagles sería la última y que, muy probablemente el volcán estallaría en la siguiente pretemporada. Ahora, Tom y Bill se parten de risa recordando todo aquello que se publicó, y salpican sus intervenciones públicas de ironías y bromas cruzadas sobre todo aquello. Están en una nueva Super Bowl, su novena juntos, hombro con hombro, más unidos que nunca, y con la misma idea que les ha rondado por la cabeza durante casi dos décadas inolvidables: ganar a toda costa.
AUTOR DEL GRÁFICO: Miguel Ángel Fernández