Hay cuatro días sagrados para un ciudadano estadounidense: el 4 de julio, Acción de Gracias, Navidad y la Super Bowl. Sí, la gran final de la NFL es mucho más que un partido. Un acontecimiento que se rodea de parafernalia e infinidad de espectáculos más allá del deportivo y que paraliza un país durante un domingo.
Pero el absentismo laboral que se ha convertido un clásico estadounidense del lunes posterior al partido, sobre todo en la ciudad del equipo ganador, se está extendiendo como una epidemia por todo el mundo. Las audiencias del evento crecen por todo el planeta mientras México y Londres ya tiene partidos de temporada regular y llenan los estadios incluso más que en EEUU. La expansión a Alemania también parece inminente y da la impresión de que todos estos movimientos pueden ser solo el principio. El deporte estadounidense por excelencia no para de crecer tanto en espectadores como en ingresos.
En los últimos cinco años el impacto económico de la ciudad organizadora ha rondado los 500 millones de dólares.
Este año, la sede será el flamante y recién estrenado Mercedes-Benz Stadium de Atlanta. Las fiestas, los eventos, el lujo y el ‘NFL Experience’ (un parque de atracciones temático que la NFL monta en la sede de la final) no pararán su actividad en toda la semana previa al partido. Las ciudades se rifan organizar el evento y no es para menos; en los últimos cinco años el impacto económico de la ciudad organizadora ha rondado los 500 millones de dólares. El récord lo tiene Phoenix, que sacó unos beneficios globales de alrededor de 700 millones de dólares.
Para quien no pueda viajar a Atlanta a ver el partido, el show de la Super Bowl está también lleno de alicientes. El espectáculo previo y durante el descanso, los anuncios que se emiten a lo largo de la final, las fiestas organizadas para ver el deporte que provocan que cada año se superen récords en el consumo de alimentos y bebidas o de compra de aparatos de televisión convierten año tras año la Super Bowl en un acontecimiento que casi nadie se quiere perder.
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Nadie quiere cantar en la Super Bowl LIII
Hace dos años, en este mismo especial, el gran Pepe Rodríguez tituló “Todos quieren cantar en el show de la Super Bowl”. Irónicamente, la situación ha dado un giro de 180 grados en este tiempo. El presunto, o no tan presunto –a gusto del consumidor- boicot de la liga a Colin Kaepernick (para los no iniciados, exquarterback de los 49ers que se arrodilló durante el himno toda la temporada 2016 para protestar contra el racismo institucional y que no ha encontrado equipo desde entonces) ha provocado que un gran número de artistas declinen su participación para actuar en el show del descanso. Esta es la razón para que Rihanna o P!nk, que cantó el himno el año pasado, hayan dado calabazas a la organización. No son las únicas, ya que también rechazó la invitación la inglesa Adele, aunque en su caso más por diferencias musicales. Vamos, porque el show del descanso de la Super Bowl tiene mucho de show y poco de musical, básicamente.
El concierto quedará en manos de Maroon 5, un grupo americano de pop liderado por uno de los guapos oficiales de USA
No sabemos si por lo primero o por lo segundo, Jay Z también sacó un videoclip este año, junto con su esposa Beyoncé, en el que rechazó explícitamente actuar en el intermedio de la gran final. El tema es Apeshit, traducido literalmente “mierda de mono”, y pertenece al álbum conjunto que sacó el matrimonio bajo el nombre de The Carters en junio del año pasado. En él, el rapero afirma “dije no a la Super Bowl/vosotros me necesitáis a mí, yo no os necesito a vosotros/todas las noches estamos en la endzone/decid a la NFL que nosotros también tocamos en estadios”.
Lo irónico es que Beyoncé sí que ha sido la protagonista de este espectáculo en un par de ocasiones. La primera, como estrella absoluta en la Super Bowl XLVII, en lo que fue una de las actuaciones musicales más vistas de la historia, con 110,8 millones de espectadores sólo en Estados Unidos. La segunda, como invitada en la actuación de Coldplay tres años después, en la Super Bowl 50.
Por todo lo anterior el concierto quedará en manos de Maroon 5, un grupo americano de pop marchosín pero bastante ñoñete liderado por uno de los guapos oficiales de USA, el cantante Adam Lavine. Una elección extraña siendo la final en Atlanta y esta ciudad una de los bastiones más importantes del rap y la música negra, con gente de la talla de Outkast, Usher, Janelle Monáe, T.I. o Migos. Además, el grupo está teniendo bastantes problemas para encontrar invitados que les acompañen en su espectáculo. Cardi B, la rapera que grabó junto a ellos Girls Like You, uno de sus últimos éxitos, también se ha unido al boicot pro Kaepernick y parece que el grupo tendrá que buscarse a otra si pretende tocar dicho tema.
Por si todo esto fuera poco, un grupo de seguidores ha empezado una campaña para pedirle al propio grupo que hagan causa común con los cantantes anteriormente citados y no toquen para protestar contra el racismo y la situación del exquarterback. Aunque la petición ha reunido miles de firmas, se da por hecho que el grupo hará caso omiso y sí actuará en el Halftime Show.
Contrasta fuertemente toda esta ola de negativas y problemas con la actuación que hubo, precisamente, en la anterior vez que Rams y Patriots se enfrentaron en la Super Bowl y que se saldó con la victoria de los de Belichick y Brady y el comienzo de un reinado que amenaza con llegar a la mayoría de edad. En esa ocasión, pocos meses después del atentado de las Torres Gemelas, U2 firmaron uno de los conciertos más recordados y emotivos de este evento, en el que dedicaron su clásico Where the streets have no name a las víctimas.
El himno será cantado por la leyenda del soul Gladys Knight, una de las artistas más reconocidas de la Motown en los 60 y los 70, aunque algunos de sus éxitos más famosos, como Midnight Train To Georgia, llegarían tras abandonar el mítico sello de Detroit. También es conocida por ser la intérprete del tema central de la película de James Bond Licence To Kill (Licencia Para Matar).
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Este año también con cierta polémica
El boicot por el tema Kaepernick no se circunscribe sólo al Halftime Show, sino que dará el salto al otro gran entretenimiento extradeportivo de la cita: los anuncios. Amy Schumer, actriz y cómica estadounidense, anunció hace meses su intención de unirse a las protestas de sus colegas cantantes y no grabar ningún spot que fuera a ser emitido durante el encuentro, en la que es una de las grandes noches para la publicidad en Estados Unidos. Schumer, conocida en España principalmente por su papel en la película Y de repente, tú (cuyo título original es Trainwreck), trabajo por el que fue nominada a un Globo de Oro, anunció vía redes sociales sus motivos y llegó a decir que no entendía el motivo por el que no estaban protestando muchos más jugadores blancos. También pidió a Maroon 5 que siguiera el ejemplo de Rihanna y no actuaran.
Otra de las protagonistas del plantón en el plano musical, Cardy B, sí aparecerá, sin embargo, en los anuncios que serán emitidos durante la gran final. En concreto en el de Pepsi, que es uno de los anunciantes que están confirmados, junto otros como Kia, Verizon o la cervecera americana Anheuser-Busch.
Pero la polémica de este año no se queda aquí. La propia cadena que emitirá este año el evento, la CBS, censuró un anuncio sobre los beneficios de la marihuana terapéutica, recientemente legalizada en la mayoría de los estados de la Unión, pese a seguir prohibida por el gobierno federal. La productora Acreage Holdings ofreció a la cadena 5 millones de dólares para emitir el anuncio, pero la CBS lo rechazó argumentando que legalmente no pueden emitir anuncios de drogas.
También ha surgido cierta controversia con el anuncio que planea emitir la empresa de comida congelada Devour, cuya versión larga ya fue aireada en EE UU. Un anuncio provocativo que simula la adicción de un marido al porno… que es la comida congelada de la marca. La empresa ya ha anunciado que acortará (de 60 segundos a 30) y suavizará un poco de cara a la esperada cita (desaparecerá la palabra “porno”).
Pese a todo lo anterior, seguimos estando ante una de las noches más grandes de la publicidad en Estados Unidos. Según recientes estudios, la gran mayoría de los americanos no cambia de cadena durante los anuncios en el partido. Una encuesta que publicó recientemente el sitio MarketingCharts.com el 78% de los televidentes estadounidenses ve los anuncios como parte del espectáculo, mientras que a tan sólo un 4,2% le molestan y solamente el 8,8% se queja de que tanto anuncio hace que el partido sea demasiado largo. El precio del spot sobrepasa los 5 millones de dólares por 30 segundos (entre 5,1 y 5,3, según Variety) y la CBS tiene previsto ingresar, sólo en concepto de publicidad, unos 500 millones.