Cándido Ibar: "No vamos mal, mi hijo Pablo debería salir libre"
Cándido Ibar (Aizarnazábal, 1944), hermano del fallecido boxeador Urtain, lleva 24 años en vilo por la vida de su hijo, Pablo, condenado a muerte en EE UU.
Cándido Ibar (nacido en Aizarnazábal, Cestona, en 1944), hermano del fallecido boxeador Urtain, fue pelotari de cesta punta en Miami y lleva 24 años en vilo por la vida de su hijo, Pablo, condenado a muerte como presunto culpable de un triple homicidio. Defiende su inocencia y espera verle libre.
¿Cómo se encuentra la familia y su hijo, Pablo Ibar, y qué sensaciones tienen tras la primera parte del nuevo juicio?
Ahora estamos bien de salud, gracias a Dios, porque Pablo estuvo muy enfermo los últimos días. Dos de sus abogados y él agarraron algo tipo flu (gripe) o catarro. Como en la cárcel no le dan medicinas, casi no podía ni hablar. Por lo demás, la apertura del juicio fue muy buena por parte de nuestro abogado. Hizo un opening statement (alegato inicial) sensacional comparado con el de la fiscalía. Ellos enseñaron lo que tienen y pienso que no vamos mal. Ahora nos toca a nosotros y espero que en un par de semanas esto se resuelva.
¿Qué esperan ahora de la defensa?
Tienen cinco o seis testigos, expertos en reconocimiento facial de Scotland Yard y de una oficina de análisis de ADN que ya estuvieron en la anterior apelación. Lo que deseamos es que las cosas se hagan bien.
Tanya Quiñones, la esposa de su hijo, dijo que había dedicado su vida a demostrar su inocencia. Como padre, ¿qué han significado estos 24 años con Pablo en la cárcel?
No me gusta ofrecer tantas entrevistas en televisión ni viajar mucho, pero había que hacerlo. El apoyo de Tanya y su familia lo ha sido todo para nosotros, sin ellos no sé dónde estaríamos. El interés de España y la campaña para conseguir buenos abogados se convirtieron en una gran ayuda para llegar a esta etapa.
¿Cómo describiría el sentimiento de estar en vilo durante tanto tiempo, con la vida de su hijo amenazada?
Hasta que le condenaron a muerte, todo fue negativo. Me sentía impotente, pero años después el Tribunal Supremo nos dio otra oportunidad. Aun así, pasaron casi tres años hasta el nuevo juicio. Todo se alargó por culpa de la fiscalía.
¿Qué supuso en todo el proceso la muerte de la madre de Pablo, María Casas?
Tenía un cáncer muy avanzado, pero cuando en el primer juicio Pablo no salió libre, murió enseguida. Su motivación era verle exonerado y se quedó sin fuerzas. A mi hijo le quedó la sensación, y aún la tiene, de que ella se murió por su culpa... y no es así. Pero lo tiene dentro.
¿Cómo es Pablo Ibar?
Cuando le detuvieron era un chico joven, atlético como su familia, normal... Jamás le vi coger un arma, porque ninguno lo hicimos nunca. Ahora se ha hecho un hombre de bien, muy maduro en un mal lugar, y con una actitud positiva. Al acabar, quizá tenga miedo a la policía.
Desde que salió del corredor de la muerte no pueden visitarle...
No podemos tocarle ni verle, sólo a través de una pantalla, aunque puede llamarnos por teléfono cuando le es posible. Trata de comunicarse diariamente conmigo, su mujer, su hermano... Las Navidades las pasó solo.
¿Cómo van de dinero?
Cortos, pero gracias al increíble trabajo de Andrés Krakenberger (portavoz de la Asociación Contra la Pena de Muerte Pablo Ibar) estamos cerca de poder pagar todo.
¿El boxeo, por Urtain, ayudó?
Como colectivo, no, pero el nombre de su tío fue muy valioso, sobre todo cuando empezamos.
Igual prefiere no decirlo, pero ¿tiene esperanzas de que su hijo sea declarado no culpable?
Sí, porque es inocente y debería salir libre. Pero el jurado es el que debe decidir. Ellos tendrán su punto de vista y hay que esperar con los pies en la tierra. En la primera apelación me llevé una decepción horrible. Espero que la gente en España siga creyendo en mi hijo. Nos veremos pronto.