Pastrana: la sencillez de una campeona forjada en una 'piña'

Un sueño, una bendita locura y un apoyo incondicional. Así se puede resumir en tres pinceladas la base del éxito de Joana Pastrana. Debutó como profesional en febrero de 2016 y en menos de tres años ha logrado dos Europeos y dos Mundiales. El salto de la nada a tocar el cielo ha sido muy veloz, pero no le ha hecho despegar los pies del suelo. La Pastrana bicampeona mundial es la misma que tras dos peleas profesionales le dijo a su manager, Álvaro Gil Casares, que dejaba su trabajo por el boxeo. Era su sueño y encontró el respaldo de su promotor.

La guió y se fajó con quien hizo falta para darle la oportunidad. Importante en el despacho y también en el ring. Él y Nicolás González, que pasó a ser su entrenador en 2017, han pulido a su diamante. Le han otorgado un manejo de la distancia excelso, han potenciado su pegada y, sobre todo, han añadido el punto de pausa que necesitaba el boxeo de la madrileña. Los tres son una familia más que un equipo, algo que se refleja entre las dieciséis cuerdas. La púgil confía ciegamente en el plan trazado por su esquina. Un engranaje perfecto que maravilla en el peso mínimo mundial.