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ATLETISMO

Beamon y Vidal: "Disfrutamos cada día, con espíritu joven"

El mítico saltador de longitud y el histórico reportero de As que le entrevistó en 1976 se reencontraron en San Sebastián para recordar otros tiempos.

Beamon y Vidal: "Disfrutamos cada día, con espíritu joven"
AMAIA ZABALODARIO AS

Bob Beamon entró por la Puerta del Hotel Londres para el Festival de Cine de Atletismo de San Sebastián (FICA) y la primera pregunta que hizo al mánager Miguel Mostaza fue tan directa como imprevista. “¿Qué es de Miguel Vidal, aquel periodista de As que vino a entrevistarme a Estados Unidos? Me haría muchísima ilusión verlo, ¿sería posible? Fue una persona que me trató estupendamente y creamos una buena amistad”. La solicitud del hombre que voló a 8,90 en México 1968 y cambió el salto de longitud tuvo respuesta… afirmativa. Se montó un dispositivo exprés, coordinado entre As y FICA, y aquel periodista que viajó por medio mundo persiguiendo estrellas emuló una de sus aventuras. “No me lo pensé”. Ya con 76 años, voló, no sin complicaciones, desde Mallorca a Bilbao, con escala en Barcelona para ver a su mítico amigo. El largo abrazo se produjo a las 21:20 en el hall del Hotel Londres, con lágrimas y aplausos, mereció la pena.

“Llevábamos 28 años sin contacto. La última vez que estuve con Miguel fue en Palma de Mallorca en 1990, en su casa, conocí a su familia y me enseñó la isla, recuerdo que era una casa muy antigua”, señala el neoyorquino, que a los 72 años conserva su imponente planta de más de 1,90 y muscularmente continúa robusto. Toca con cariño la rodilla de su colega: “Vean a Miguel, es una persona única, mire lo que ha conseguido, aquí estamos ahora”. Tras la euforia, Vidal le entregó sus dos libros y la reproducción de los reportajes de As que reflejan sus encuentros. Se pusieron a repasar su vida...

La historia entre Beamon y Vidal tiene tres capítulos… al que ahora habrá que añadirle este en San Sebastián. El primero fue en junio de 1976 cuando el periodista se lió la manta a la cabeza al oír un rumor de que el campeón olímpico trabajaba en el Caesar Palace de Las Vegas. “Antes si querías saber algo de una gran figura, tenías que ir a buscarle y conocerle en persona”, señala el periodista, que pinchó en hueso. Beamon no estaba en la Ciudad del Pecado, en la que paradójicamente vive ahora con su mujer Milana, testigo del emotivo encuentro. “Has visto Miguel, ahora me encontrarías”, bromea.

El emotivo abrazo entre Vidal y Beamon.
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El emotivo abrazo entre Vidal y Beamon.AMAIA ZABALODARIO AS

Pero Vidal siguió pertinaz. “Me dijeron que estaba en San Diego y allí que fui. Acudí a la Policía, que me dio su dirección. Lo encontré y me trató genial, pese a que tenía fama de agrio, trabajaba en un cabaret llamado Infinity y tocaba el bongo en una orquesta”, cuenta Vidal. Y le apoya Beamon: “Salimos por ahí, a discotecas, disfrutando de la vida”. El periodista mandó su artículo publicado por correo al saltador. La historia podría haber quedado ahí, pero con sorpresa, su envío tuvo una carta de respuesta. “Respondí lo que pensaba, que me gustó mucho y que si necesitaba algo de mí estaría a su disposición”.

En aquella entrevista dejó caer que le gustaría visitar España y cumplió su promesa. Llega el segundo episodio en 1980. “Vine a este país varias veces y siempre se me trató genial. Cuando estaba en el aeropuerto para volver, lloraba. No me quería ir. Fui a partidos del Real Madrid, que jugaba Cunningham. Trabajé para Galerias Preciados y Karhu, y me invitaban en todos sitios. Estuve más de seis meses en Madrid, en la calle Costa Rica”, relata Beamon, que desembarcó para ver a su amigo Miguel. “¿Me convertí en tu mánager, verdad Bob?”, le chincha el periodista. Beamon responde cómplice, con sonrisa cariñosa.

Diez años pasaron sin verse hasta 1990, que Vidal lo llevó a los cursos de la Complutense en El Escorial. Después hicieron el viaje a Mallorca. “Cuando la gente veía que Beamon estaba en el bar, alucinaba”. El tercer capítulo parecía el fin de la historia, hasta ayer.

Dieciocho años después se reencontraron junto a La Concha. “El contacto humano se está perdiendo con los smartphones y las computadoras. Deberíamos mirarnos y tratarnos directamente entre las personas”, reivindica Beamon, que se teletransportó a tiempos pasados con Miguel. “Lo más importante es que seguimos jóvenes de espíritu, disfrutamos cada día”, coincidieron. Juntos escribieron otro capítulo para esta bonita historia.