Mikey García no tiene techo: se exhibe ante Easter para unificar
Mikey García venció por decisión unánime (116-111, 117-110 y 118-109) a Robert Easter para unificar la corona WBC y la IBF del peso ligero. Envió a la lona a su rival en el tercero.
Nada ni nadie parece que puede frenar a Mikey García. El estadounidense vivía la primera unificación de su carrera y lo hacía contra un boxeador de mayor tamaño como Robert Easter. La dificultad era alta, pero Mikey hace que todo parezca extremadamente fácil. Derrotó a Easter a los puntos por decisión unánime (116-111, 117-110 y 118-109), pero rozó el KO en el tercer asalto y dio la sensación de que podía noquear en cualquier momento. Encerraba a Easter contra las cuerdas y este no tenía armas para salir. Otra exhibición y primera unificación de su carrera... pero quiere más. Lomachenko siempre ha sonado, pero a él le motiva otro reto: Errol Spence en el welter. "Creo que tengo el boxeo para hacerlo", apuntó sobre el ring. Spence se rió. La mecha está encendida.
Mikey García tenía claro desde antes de medirse a Easter que si ganaba con holgura lanzaría ese órdago. Y no dudó. Anuló a Easter por completo y pasó a la acción. Su primera unificación fue sencilla. Regaló el primer asalto para estudiar a su rival y desde el segundo no dejó opción. Easter salió lanzado el jab, pero con gran rapidez García se colaba e impactaba con su derecha. No lo hizo de manera clara hasta el tercer asalto, cuando Easter se fue al suelo. Tocó con la izquierda, percutió con la derecha y remató con un crochet de izquierda. Tres manos muy sencillas para poner la pelea a su favor. El camino estaba marcado.
Easter se recuperó, pero ya había dejado claras sus debilidades. Estaba demasiado abierto de piernas y sólo salía para atrás, ahí le cazó una y otra vez Mikey. Además, Easter regalaba demasiado. García se dedicó a presionar, y Easter se quedaba parado en las cuerdas a esperar los golpes. Si se le suma que pese a tener la guardia armada recibía golpes la ecuación era clara. El KO parecía más sencillo de lo que luego fue. Es cierto que Mikey reguló, no tenía que arriesgar para ganar con holgura. Apretó en los asaltos finales, pero Easter decidió aguantar y moverse. Quería caer a los puntos, sólo evitaba el KO. Y así se llevó al 12º asalto. El público del Staple rompió en júbilo cuando el árbitro levantó la mano de su paisano. Mikey volvió a enamorar, después retó. Con 30 años, un récord de 39-0 (30 KO) y habiendo ganado un Mundial en cuatro divisiones sigue con hambre de gloria.