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New England Patriots

Los secretos de la victoria de los Patriots sobre los Jaguars

Doug Marrone planteó un partido perfecto y tomó decisiones acertadas, pero al final la clave fue que en su equipo juega Bortles y en los Patriots Tom Brady.

Actualizado a
FOXBOROUGH, MA - JANUARY 21: Stephon Gilmore #24 of the New England Patriots deflects a pass intended for Dede Westbrook #12 of the Jacksonville Jaguars in the fouorth quarter during the AFC Championship Game at Gillette Stadium on January 21, 2018 in Foxborough, Massachusetts.   Elsa/Getty Images/AFP
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ELSAAFP

El debate más encendido tras las finales de conferencia se centró en la actuación arbitral en el Pats-Jags y sobre el asunto ya escribí ayer un artículo aportando mi punto de vista. El segundo asunto más discutido ha sido la estrategia de Marrone. Se le ha criticado por haber sido demasiado conservador, con una serie de jugadas puntuales que pudieron decidir el partido por su falta de atrevimiento. Yo no voy a negar la mayor. Efectivamente, el plan de Marrone fue muy conservador y esas jugadas criticadas lo demuestran. Mi discrepancia con la mayoría se centra en que esas decisiones conservadoras fueron coherentes y correctas. El perjuicio que provocaban a los Jaguars era menor que el beneficio que se buscaba lograr. Y el resultado final del partido no tiene nada que ver con ellas.

Foxboro, el mayor fortín de la NFL

Antes de seguir adelante, un dato demoledor. Los Patriots han perdido en casa solo 31 partidos (por 135 vitorias) durante los 18 años de la etapa Belichick. Tres de ellos en playoffs (por 19 victorias). Es una barbaridad. Menos que ningún otro equipo con diferencia. Ni siquiera los Seahawks de la ‘Legion of Boom’ han sido mejores en su fortaleza del CenturyLink. Desde 2012 Seattle ha perdido diez partidos en casa y New England solo nueve (uno en playoffs). No hace falta que os de estos datos para confirmar algo que todos sabéis de sobra: ganar en Foxboro es una hazaña. Pero es casi igual de complicado tener la última posesión del partido para ganarlo. Y creo que esa fue la obsesión y el objetivo último de Marrone el domingo. Depender de su ataque en un drive final decisivo. Y eso lo consiguió. Incluso llegó hasta la yarda 38 rival en primer down y a falta de 2:12 para el final. Muy pocos de los 135 equipos que han salido derrotados de New England han estado tan cerca.

Nunca he intentado hacer grandes análisis tácticos. Para eso ya están Rubén Ibeas o Marco Álvarez. Siempre he preferido ver el football añadiendo otros factores. Creo que entre la fría pizarra y el “hala, chaval, sal ahí y haz lo que sabes” hay un inverso de factores que influyen en el juego y que dibujan el complejísimo mapa de un partido. Por eso es complicado buscar una línea argumental, pero es lo que voy a intentar a partir de ese punto.

Paliza táctica en la primera mitad

Como se esperaba, New England planteo el choque buscando cerrar las carreras de Fournette. Si los Jags querían ganar deberían encomendarse a Bortles. Como siempre, Belichick metiendo presión en el eslabón más débil. El problema es que hicieron esto acumulando jugadores en la caja (NE jugó al principio con tres linebackers más que nunca este año) y sacrificando el blitz contra Bortles. Eso trajo como consecuencia un festival de pases sencillos del quarterback a rutas exteriores. Además, los receptores conseguían muchas yardas tras la recepción porque las ayudas llegaban muy tarde por la sobrecarga de jugadores defendiendo la carrera y porque la secundaria cometía una y otra vez errores de asignación. El play action de Bortles estaba destrozando a New England, y con ese guion llegaron los dos primeros touchdowns de los Jaguars. La defensa estaba controlando a Fournette, que casi siempre era parado en seco y solo lograba romper con una carrera de 13 yardas y como ariete en tercero y corto, pero New England debía buscar otro camino para frenar ese ataque.

Cuando Tom Brady estaba en el campo, solo formó en tres ocasiones en no huddle en toda la primera mitad. El temible ataque vertiginoso de New England no aparecía. Además, hubo una sobreutilización de los corredores en jugadas de ‘end around’. En mi opinión, lo que buscaba McDaniels con ese martilleo era desactivar el pass rush de los Jaguars, y agotarlo poco a poco en una presión inútil. Creo que en parte tuvo éxito, porque aunque Brady sufrió tres sacks en el partido, nunca sufrió una presión agobiante y los pass rushers de Jacksonville llegaron casi desfondados a los minutos decisivos. Pero el precio fue demasiado alto. En las primeras cuatro series ofensivas los Patriots solo anotaron un field goal y el coordinador ofensivo tuvo que tirar a la basura gran parte de su playbook de carrera porque mediado el segundo cuarto estaba completamente quemado.

Chuch y Bouye se pasan al enemigo

Quedaban dos minutos para el descanso y los Jaguars ganaba 3-14, tenían el partido controlado y lo único que no estaba funcionando era la presión a Tom Brady, que tenía tiempo para pasar pero no conseguía primeros downs y se colapsaba en terceros gracias al gran trabajo de la secundaria rival.

Entonces llegan dos jugadas decisivas que no son culpa de Marrone. Barry Church golpea casco contra casco a Gronkowski en un pase que era incompleto. 15 yardas de penalización. De inmediato, Bouye saca a Cooks del campo en una interferencia innecesaria, porque tenía la posición ganada sin necesidad de empujar y difícilmente habría sido un pase completo. 32 yardas de penalización. Se ha criticado a los árbitros por esa falta, pero un cornerback no puede interferir en la ruta del receptor. Sí, lo intentan hacer casi siempre y muchas veces no se pita aunque sea ilegal, pero es difícil hacer la vista gorda si se saca al rival del campo a empujones. Fueron dos errores individuales gravísimos, que no tienen nada que ver con planteamientos ni decisiones de banda.

Los 55 segundos y los ajustes del descanso

La primera jugada polémica llegó justo después del touchdown que dejaba el marcador 10-14 con 55 segundos por jugar. Bortles se arrodilló en la yarda 25 y los Jaguars se fueron al descanso sin ni siquiera intentar llegar a distancia de field goal. Han puesto a Marrone a caldo por eso y me parece una decisión más que lógica. Aunque quedaran dos tiempos muertos, avanzar en ese tiempo cuarenta yardas para llegar a distancia de field goal habría requerido que Bortles lanzara dos o tres pases arriesgados. Hasta ese instante, el primer mandamiento de los Jags había sido “para ganar en Foxboro no hay que cometer errores, y la mejor manera de evitarlo es no arriesgar”. Una intercepción habría sido un golpe durísimo. Y para hacer un paripé con dos carreras, mejor irse a descansar y evitar lesiones. Para ganar a Belichick no hay que ser valiente. Hay que ser listo y paciente.

Otra cosa que han criticado a Marrone es que mientras Belichick hizo muchísimos ajustes en el descanso él no hizo nada. Por un lado, no creo que eso sea verdad. Su defensa siguió colapsando el ataque de New England hasta casi mediado el último cuarto y su ataque anotó un field goal en dos de sus tres primeras series, así que hiciera o no ajustes el plan funcionó casi hasta el final. Además, los que tenían que ajustar eran los Patriots y él esperar para responder.

La defensa de New England encuentra el camino

Respecto al ataque de McDaniels, durante el tercer cuarto siguió colapsado. Brady echaba mucho de menos a Gronko y los últimos intentos de seguir un plan preconcebido eran infructuosos. No sucedía lo mismo en defensa. Los Patriots se habían dado cuenta de que sin presión a Bortles no podrían ganar el partido. Dejaron de centrarse tanto en Fournette y en cada play action entraban en blitz con uno y hasta dos linebackers. Eso hizo que el ataque de los jaguars perdiera parte de su frescura. Bortles ya no pasaba tan cómodo y Fournette tenía incluso menos éxito que en la primera mitad, con solo dos carreras de más de tres yardas de las trece intentadas tras la reanudación.

Un cuarto down insensato

Ahí llegó la siguiente jugada que se le critica a Marrone. Quedaban doce minutos de partido, ganaban 10-20 y McDaniels ya estaba recurriendo a jugadas desesperadas, como la de fantasía con pase de Amendola que terminó con un fumble de Dion Lewis y no acabó con touchdown de Jacksonville porque los árbitros se precipitaron deteniendo la jugada. Entonces, los Jags no se jugaron un cuarta y uno en su propia yarda 42. ¿De verdad creéis, como dicen muchos, que tenía que habérsela jugado? Ganaban por más de dos anotaciones y el ataque de New England aún no había dado señales de vida. ¿Para qué arriesgarse a resucitar a Brady dándole el balón tan cerca de la end zone? Y más viendo que Fournette casi siempre era parado en seco cerca de la línea de scrimmage. Cualquier error de Bortles (bastante habitual en él en esas situaciones), un holding, un fumble, podrían poner en peligro la victoria. Con un punt no se equivocaba. Y más si deja el balón en la yarda 15 de New England. Pretender que debía habérsela jugado queda fenomenal a toro pasado, pero ningún entrenador en su sano juicio lo habría hecho tal y como como se estaba desarrollando el partido.

Tom Brady toca el órgano del Apocalipsis

Ahí acabó la lógica, la estrategia y la partida de ajedrez. Los Patriots empezaron a atacar a la desesperada. Brady cogió el balón, abrió la tapadera del órgano y lo hizo sonar como un trueno apocalíptico sin orden ni concierto. Sin libro de jugadas. A su manera. y contra eso no hay defensa posible. Como decían muchos tras el final, ese película ya la hemos visto muchas veces y sabemos cómo acaba. Dos touchdowns de Amendola con Tom Brady en ‘la oficina’ le dieron la vuelta al partido.

Poco antes de la segunda anotación tuvo lugar otro de los ‘errores’ de Marrone. No pidió que se revisara una recepción de Amendola que pudo no haberlo sido. Para empezar, no estaba tan claro que se hubiera revertido la decisión. Además, cada tiempo muerto valía su peso en oro en lo que quedaba de partido. Yo tal vez sí que la hubiera pedido, aunque solo fuera para intentar romperle el ritmo a Brady, pero me parece otra decisión razonable.

El balón decisivo, en manos de Bortles

Quedaba 2:48 para el final y los Jaguars de Marrone estaban por detrás en el marcador 24-20, pero el entrenador había conseguido tener la iniciativa en el momento de la verdad. El balón del partido no estaría en manos de Brady, sino de Bortles.

Para desgracia de Marrone, su quarterback no es ni Drew Brees, ni Peyton Manning. Ni Rodgers, ni Big Ben, ni Matt Ryan, ni Luck, ni Wilson, ni Rivers, ni Stafford. Ni siquiera Eli Manning o Alex Smith. Como lo sabe, planteó un partido sin riesgos hasta que no fue de verdad necesario. Y le salió mal por muy poco. La defensa de New England no se puso en ‘prevent’, le metió a Bortles toda la presión que pudo y él lanzó un pase muy suyo a un Fournette que se iba solo, de esos que parece que no son malos, pero son horribles, y otro solo un poco mejor a Westbrook, que también se iba solo, para que se luciera Gilmore con una palomita maravillosa.

Los Jaguars no perdieron porque Marrone fuera un cobarde, que no lo fue.Perdieron después de un planteamiento casi perfecto de su entrenador porque en su equipo juega Bortles y en el del rival Tom Brady. Y no me extrañaría que Pederson hiciera un plan muy parecido en la Super Bowl, aunque intentando que nunca todo llegue a depender de Foles.