Isabel Gurumeta de Castro (Talavera de la Reina, 1986) es una de las muchas mujeres que ha logrado hacerse un hueco en el mundo del fútbol. Con 19 temporadas como bagaje , su opinión sobre la evolución y la incursión de la tecnología en el arbitraje se torna indispensable. Casi tanto como su experiencia personal como mujer dentro de un mundo que, aunque cada vez se vuelve más equitativo, sigue siendo mayoritariamente de hombres.
Gurumeta debutó en LaLiga Iberdrola como árbitra asistente el año pasado en el Atlético-Espanyol y esta temporada (hace dos semanas, para ser más exactos) formó parte del equipo arbitral del Atlético-Barcelona disputado en el Cerro del Espino. Su labor en Primera femenina la compagina con el arbitraje de Tercera División en el grupo de Castilla-La Mancha, donde arbitra desde hace once años en categoría nacional. Asimismo, asistió el Dinamarca-Malta de la fase previa de clasificación para el Mundial de Canadá en Vejle (Dinamarca), algo que Gurumeta califica como "una experiencia inolvidable".
-¿Cómo surgió la idea de dedicarse al arbitraje? ¿Es algo vocacional? -Puede ser. Tengo vídeos siendo apenas un bebé en el que voy corriendo y quiero entrar en un campo de fútbol donde estaban jugando un partido. Mi madre iba a cogerme pero yo volvía dentro. Cuando tenía 12 años quería jugar al fútbol pero no había equipo femenino, tenía claro que yo tenía que estar dentro del campo, así que decidí ser árbitro. Con el tiempo estuve en un equipo a la vez que arbitraba hasta que tuve que decidir con cuál de las dos continuar. Decidí seguir arbitrando y en mi caso fue todo un acierto. Arbitrar me hace feliz.
-¿Cuál fue la reacción de su familia cuando les contó que quería ser árbitro, y más siendo tan joven? -Recuerdo decírselo a mi madre mientras ella cocinaba. Me dijo “hagas lo que hagas en la vida, que sea porque te hace feliz”. Ese consejo lo llevo conmigo cada día. Mi padre siempre nos ha apoyado y ayudado en nuestras decisiones. Además es muy futbolero. Tengo que darles las gracias a ellos, a mi familia y a toda la gente que me quiere y me han apoyado siempre. Sin ellos no estaría donde estoy ahora.
-Háblenos sobre los sacrificios que tiene que hacer una mujer para lograr convertirse en árbitra profesional. -Tenemos que estar a un nivel físico muy alto, nos piden superar las mismas pruebas que a los hombres en las categorías altas. Hay muchos entrenamientos y dejas cosas sin hacer para dedicarte a ello, pero cuando pones en una balanza lo que haces y lo que consigues a cambio, ves que realmente merece la pena el esfuerzo. Lo importante es disfrutar de todo el camino, del proceso que te lleva a tu objetivo y no sólo del objetivo en sí.
"Este año ha habido un 25% más de colegiaciones en todos los comités territoriales de mujeres con respecto al año pasado" Gurumeta -¿Con qué periodicidad tienen que someterse a las pruebas físicas? -Tenemos tres pruebas físicas y técnicas obligatorias por temporada y son cada tres meses aproximadamente. Si tienes opción de ascenso, hay pruebas prácticamente cada mes y medio, y superar un curso de talentos.
-¿Cree que por el hecho de ser mujer lo tienen más difícil para dedicarse profesionalmente al arbitraje? -Creo que es un gran momento para la mujer en el arbitraje y tenemos que aprovecharlo y dar las gracias por ello, tanto a la Federación como el Comité, ya que nos dan todo su apoyo. Ahora más que nunca las puertas están abiertas para las mujeres en el arbitraje. En el Mundial Sub-17 masculino de la India han sido designadas mujeres árbitro y este año ha habido un 25% más de colegiaciones en todos los comités territoriales de mujeres con respecto al año pasado. Todo eso suma.
-También arbitra en Tercera División del grupo de Castilla-La Mancha. ¿Hay mucha diferencia entre arbitrar a mujeres y a hombres? -Cada partido es distinto sin importar la categoría y si son hombres o mujeres. Yo me centro tanto en lo que tengo que hacer que no me fijo en nada más salvo las en las decisiones que tengo que ir tomando, por eso desde mi forma de arbitrar no hay diferencia.
-En un mundo en el que la mayoría está compuesto por hombres, ¿se ha encontrado con situaciones desagradables o discriminatorias por el hecho de ser mujer? -Todo lo contrario. Desde el primer día me han hecho sentir “una más”, tanto mis compañeros como la Federación y el Comité, y estoy agradecida por ello. El tema de los insultos desde la grada siempre he dicho que es cuestión de la educación que tenga cada uno. Si es verdad que cuando una mujer te manda a ‘fregar’ o dice cosas discriminatorias hacia las mujeres me da pena, pero no por mí, sino por esa mujer que lo grita y su forma de pensar. La gente debería darse cuenta del valor que tiene que una mujer esté ahí luchando por sus sueños y todo lo que eso conlleva.
-La semana pasada arbitró el Atlético-Barcelona de La Liga Iberdrola, quizás el mejor partido de la categoría. ¿Cómo se prepara para un partido de tanta repercusión? ¿Hay nervios antes de saltar al campo? -En todos los partidos hacemos nuestro prepartido donde repasamos las reglas de juego, los cambios, las situaciones extrañas que se puedan dar, quién se ocupa de qué en cada momento, etc. Desde que llegamos al campo recordamos lo hablado para, desde el primer instante, estar ya concentradas y metidas en el partido. Durante el partido hablamos mucho por el pinganillo para igualmente ayudarnos mutuamente y seguir concentradas. Nervios siempre hay porque quieres que salgan bien las cosas, pero más bien siento emoción y ganas de empezar a disfrutarlo. Me han dado esa confianza y responsabilidad. Verme a mí misma pisando el césped y empezando a correr por el campo en el momento que empieza el partido es una sensación increíble.
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Isabel Gurumeta de Castro, a la derecha de la imagen, junto al resto del equipo arbitral y las capitanas del Atlético de Madrid y Barcelona, Amanda Sampedro y Vicky Losada respectivamente. Salvador Gurumeta. -¿Qué le parece que en LaLiga Iberdrola los hombres tengan prohibido arbitrar? -Hasta el año pasado, LaLiga Iberdrola era arbitrada por hombres. Tras muchos años trabajando en ello, la RFEF ha llevado a cabo un gran proyecto dando apoyo e igualdad, profesionalizando a la mujer en el arbitraje en la máxima competición nacional femenina. No es prohibir a los hombres, sino dar paso a las mujeres que están preparadas para ello.
-¿Cómo ha evolucionado el arbitraje desde que se dedica a ello? -En mi primer año llegué a arbitrar con un palo de madera y un peto puesto con celofán como banderín. Es obligatorio que el club local te lo proporcione y te daban eso. La vida evoluciona, también el fútbol y el arbitraje. Ahora por ejemplo tenemos muchísima más tecnología: los pinganillos, el detector de gol-no gol e incluso el VAR. No sé cuántos de ellos llegaré a usar, pero siempre que hay un cambio se intenta que sea para mejor y hay que adaptarse. Recuerdo que el primer partido que pité con pinganillo no hablé nada y hoy en día eso me resultaría imposible ya que es una gran ayuda para el equipo arbitral durante el partido.
-Hay dos árbitras asistentes en Segunda División, ¿también se marca un objetivo como ese? -Por edad, no tengo posibilidad de ascender a categoría nacional superior. Tercera División ya se considera categoría nacional. Yo no puedo, pero me encantaría y me alegraría ver a más compañeras conseguirlo.
-El pasado 10 de septiembre Bibiana Steinhaus se convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido de Bundesliga. ¿En España nos queda lejos alcanzar un hecho como este? -No lo sé. La RFEF da su apoyo unánime a las mujeres en el arbitraje y como bien dices, ahora mismo tenemos dos compañeras en Segunda División como asistentes. Para que eso suceda se tienen que dar muchísimos factores, no es tan fácil como parece. Llegará el momento que eso ocurra y ojalá sea pronto.
-¿Alguna anécdota divertida que quiera compartir con los lectores? -Después de tantos años arbitrando podría escribir un libro, pero sin duda me quedo con una. En mi segundo año me tocó arbitrar un partido de deporte base donde jugaba mi hermano Salva. En una jugada llevaba él el balón en ataque y cayó dentro del área. No pité nada y le dije que se levantase porque para mí no era penalti. A día de hoy, una década y muchos años después seguimos hablando de esa jugada. Cuando me quiere picar me dice que fue penalti y cuando le quiero picar yo a él le digo que se tiró. Lo más fácil habría sido pitarlo, y más siendo mi hermano, pero no lo hice. Nuestro padre estaba viendo el partido y él también dice que no fue penalti.