El milagro en Seattle fue de Kirk Cousins y Josh Doctson
Los Seahawks perdieron contra los Washington Redskins tras creerse vencedores en otro de los finales no aptos para cardiacos que acostumbran.
Hubo milagro final en Seattle, sí. Hubo un partido igualado con cambios finales en el marcador y jugadas increíbles, sí. Hubo un desenlace no apto para cardiacos, sí. El problema es que esta vez la victoria cayó del lado de los visitantes, los Washington Redskins.
Los Seahawks perdieron un partido igualado en el último instante cuando, por segunda semana consecutiva, tuvieron que tirar de épica descomunal en el drive definitivo. O lo que ellos pensaban que era el drive definitivo.
Los Washington Redskins dominaron en el marcador durante gran parte del partido. Por muy poco, eso sí. Apenas diez puntos ondeaban en su marcador. Los Seahawks, por su parte, no podían presumir más que de los dos puntos que les otorgaba un safety que era el vivo ejemplo de cómo su línea defensiva estaba dominando el encuentro.
En Seattle se lamentaban por los tres, sí, tres field goals fallados por su kicker, Blair Walsh, pero el nivel de desesperación no era muy alto porque su equipo les tiene acostumbrados a que todo se decida en los últimos instantes y, ahí, hay muy pocos conjuntos en la NFL que se manejen con su soltura, con su maestría.
Y así fue. Cuando el reloj iba apagando los ultimos dígitos del cuarto final, Russell Wilson orquestó uno de los drives marca de la casa y acabó conectando con Wilson, el tight end, para ponerse por delante y dejar poco más de un minuto en el cronómetro a sus rivales.
Entonces sucedió lo inesperado. Fueron los Washington Redskins los que aprovecharon su turno para anotar de forma dramática. La jugada clave del drive vertiginoso fue un pase inmenso, de más de medio campo, de Kirk Cuusins a Josh Doctson. Sorprende que los Redskins no usen más a su receptor de primera ronda del año pasado porque cada vez que aparece es para dejar alguna jugada para el recuerdo. La de hoy es un monumento al football, cogiendo el balón en escorzo, evitando que tocase el suelo, y quedándose a una yarda de la anotación, algo que llegaría vía carrera en la siguiente jugada.
No tuvo arrestos Seattle más que para llevar lo que quedaba de partido a un Hail Mary final que no convirtieron.
Así que el equipo de los milagros se vio asaltado por unos Redskins que les pagaron con la misma medicina. El resultado mete a los de Washington en la pelea por ser segundos de su división, y por los playoffs, e indica a los Seahawks que vivir al borde del abismo de continuo no es una política sostenible. No, porque a veces te dan con la cuña de la misma madera que tanto te gusta.