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María Bernabéu: "Al judo español le hace falta creérselo"

La española de 29 años fue la única que subió al podio en el Mundial tras ser quinta en Río. Lo hizo con un menisco roto, fe en Dios y mucho trabajo.

María Bernabéu: "Al judo español le hace falta creérselo"
FITO GONZALEZDIARIO AS

El judo español, vivero de medallas olímpicas (6) que se secó con el oro de Isabel Fernández en Sydney 2000, se aferra últimamente a la garra de Maria Bernabéu Avomo. Una judoca “de las pesadas, de las que van siempre hacia adelante; es mi sello de identidad”, se define. Con ese empuje, se trajo la semana pasada del Mundial de Budapest la única medalla de la delegación española, un bronce en -70 kg. Una selección que confiaba también en los jóvenes Fran Garrigós (-60 kg) y Niko Sherazadishvili (-90 kg.), pero a la que volvió a rescatar Bernabéu, nacida en Salamanca hace 29 años, de madre guineana, y afincada en Alicante, donde entrena a las órdenes de Carlos Montero.

María, que pasa seis horas al día enfundada en el judogui puliendo su O Soto Gari y su O Uchi Gari (sus mejores llaves), se colgó la medalla con sufrimiento. “En marzo, en una concentración en Japón, me acabé de cascar la rodilla izquierda. Rotura de menisco. Los médicos prefirieron ser conservadores e ir sacando líquido, y con el campeonato de España, el Grand Slam de Rusia y un oro en el Grand Prix de Cancún me planté en el Mundial. Ahora, tengo un edema fuerte y hasta dentro de tres semanas no se valorará si me operan. Por eso me emocioné tanto al ganar ese bronce”, cuenta.

Tras ser plata mundial en Astana en 2015, Bernabéu se plantó en los Juegos de Río como opción en las quinielas y acabó quinta. Perdió el bronce en el desempate, en la técnica de oro. “Fue por un despiste. Me costó mucho levantarme de esa caída. Por las lesiones, por luchas internas… pero gracias a Dios he remontado”, refiere. María, cristiana evangelista, lee a diario la Biblia, y en ella encuentra también fuerza: “Soy una persona con mucha fe”.

El judo, sexto deporte en licencias en España (83.900), ha perdido fuerza en los Juegos y ha sufrido el bocado del taekwondo y el karate. ¿Qué ocurre? “Hay buena cantera. Pero falta creérselo de verdad. No es lo mismo creer que querer. A mí me pasó. Hay que echar garra”.

Ella pasa temporadas en la International Pacific University de Okayama, en Japón (“es como mi casa”) y acude a concentraciones con equipos europeos de nivel. “Hay que salir de la zona de confort y quizá aquí hiciera falta agrupar más a la gente en centros de alto rendimiento, porque la unión hace la fuerza”, medita mientras piensa en los Juegos de Tokio 2020, en la cuna del judo. “Serán impresionantes, pero voy a ir paso a paso. Reto a reto”.