La exigencia del día a día pasa factura a Aaron Judge
El sensacional rookie de los New York Yankees ha experimentado un bajón inmenso desde el inicio de la segunda parte de la temporada.
Si hay un aspecto que caracteriza al béisbol es el de los ajustes. Tanto si eres un jugador de posición o un pitcher, la competición tiene la cruel y al mismo tiempo sana costumbre de ponerte en tu sitio cuando la normalidad termina imponiéndose. Es por esto que las prodigiosas rachas de excelencia tienden a ser esos puntos álgidos en la temporada que van ‘salpicados’ con aquellos en los que digamos que los rivales han conseguido ‘pillarte’ el truco con el consiguiente efecto sobre la autoestima y confianza de una persona en cuestión.
Aaron Judge está pasando por el segundo de estos supuestos.
El formidable rookie de los New York Yankees está atravesando su primera crisis seria en el año de su confirmación y ha hecho que el lustre de la nueva superestrella que amenazaba con instaurar su particular dictadura sobre la competición tenga que esperar… un poco más, si es que algún día llega.
Una primera mitad de ensueño
Lo cierto es que el gigante del Bronx, que recordemos que mide 2.01 de estatura y 127 kilos de peso tuvo un rendimiento hasta el All-Star Break por el que muchos jugadores casi tendrían la intención de rendirse a sus ocultos sentimientos homicidas porque conseguir un .329 de media de bateo, con 30 home runs y un OPS que medía a la perfección su impacto sobre los diamantes del 1.139, liderando las Mayores en pocas categorías ofensivas.
A efectos prácticos, se convirtió en el Rey Midas en versión beisbolística ya que todo lo que tocaba se convertía en oro… o al menos en equivalencia enel pasatiempo nacional.
Eran los momentos en los que la moda Aaron Judge le ponía en boca de todos y hasta el propio comisionado Rob Manfred confesaba que podía ser el rostro del deporte con su planta, prodigioso rendimiento en el plato, jugar en el equipo más mediático y poseedor de una cercanía y afabilidad que le convertía en ídolo de niños y no tan niños.
Sin embargo, hete aquí que llega el All-Star Break y su participación en el Home Run Derby, donde domina al resto de rivales en una actuación llena de latigazos que llegaban hasta los 500 pies de distancia le hacen ser el ganador del concurso y ser una de las atracciones del primer All-Star en 15 años que no decidía la ventaja campo en las Series Mundiales.
Como suele ocurrir en estos casos, la calesa se termina convirtiendo en calabaza cuando dieron las doce y la maldición del Home Run Derby vuelve a hacer de las suyas.
Evidentemente, el segundo ejemplo no es cierto porque… le tocaba regresar a una relativa normalidad.
Una estrategia mejor de los pitchers
Durante los primeros meses de temporada, los pitchers de las Grandes Ligas habían intentado encontrar los puntos débiles de Aaron Judge con nulo éxito, pero las debilidades están ahí para el novato y para otros talentos supremos como son Mike Trout, Bryce Harper, Paul Goldschmidt o incluso otra de las sensaciones del año como es el también rookie Cody Bellinger.
La clave está en localizarlos y encontrarlos.
Al tener esas enormes dimensiones, la coordinación siempre sería un desafío para Judge pese a ser un atleta extraordinario con agilidad tanto corriendo por las bases como en parcela defensiva, pero la liga en su conjunto ha hecho un mejor trabajo a la hora de limitar los errores, es decir, los regalos en el corazón de la zona de strike al mismo tiempo que ha sido capaz de cambiar el plano visual para el gigante como encontrar el hueco en la parte superior de esa zona de strike y trabajar la tendencia de Judge a la hora de perseguir envíos con efecto (sliders) en la parte exterior.
El resultado es claro con su .175 de media de bateo, 5 home runs y una sonrojante cifra de 37 strikeouts desde que se reanudó la competición, incluidos 26 partidos consecutivos con al menos uno y a seis de la marca más reciente establecida por Adam Dunn en 2012.
Está claro que los strikeouts siempre serán un aspecto a tener en cuenta y que Judge ya ha demostrado su capacidad anteriormente a la hora de hacer los ajustes tras su discreto debut en 2016 en el que presenta números muy similares a lo que viene promediando desde la cita en Miami.
Nadie podía pensar que sería capaz de mantener este sobrehumano nivel de juego, conectando con autoridad ante cualquier lanzamiento, pero tampoco nos debe hacernos olvidar que Aaron Judge es un jugador con un presente y un futuro extraordinario, con un 2017 que se debe valorar de forma extraordinariamente positiva.
Sólo se ha demostrado que es humano, que es algo que sospechábamos todos.