Sergio y Rahm, a ser el primer español en ganar el PGA
Junto a Cabrera-Bello y Larrazábal, son las bazas del golf español en el major que peor se le ha dado históricamente. Sergio sí estuvo a las puertas: fue segundo en 1999 y 2008.
El PGA Championship, el cuarto y último major de la temporada que arranca hoy en el campo Quail Hollow de Carolina del Norte, es uno de los dos grandes (junto al US Open) que aún no ha conquistado el golf español... y el que peor se le ha dado históricamente. En las 98 ediciones anteriores, sólo Sergio García ha estado realmente cerca de levantar el título: dos veces se quedó a las puertas con dos segundos puestos en 1999 y 2008, y una tercero en 2006 (Seve fue quinto en 1984).
El de Borriol, en una temporada en la que al fin acabó con su maleficio en los majors en Augusta, será uno de los cuatro españoles que intenten romper la racha. Junto a él, Cabrera-Bello (cuarto en el pasado British), Pablo Larrazábal y un debutante como Jon Rahm (con este PGA ya habrá jugado los cuatro grandes), que vuelve a aparecer entre los favoritos. “He llegado a un nivel alto muy pronto y hay que acostumbrarse”, se sinceró a Efe. De hecho, una victoria le auparía hasta el número dos mundial en su primera temporada como profesional. Sergio, de ganar, también llegaría a esa posición, que en su caso ya ostentó en 2008 y 2009.
Previsiones de lluvia
En el caso de Rahm, el campo parece venirle bien a sus características de pegador, en un recorrido con calles lentas y greenes rápidos. “La bola no está rodando nada y la sensación es de un campo muy largo”, apunta Cabrera-Bello de un recorrido para el que también aparecen como favoritos el doble ganador McIlroy (2014 y 2012), el vencedor del British Jordan Spieth (a sus 24 años el PGA es el único major que le falta) o el número uno del mundo, un Dustin Johnson cuya posición en la cima del ránking no peligra pase lo que pase.
Peor parece venirle a los más veteranos, aunque la experiencia (Phil Mickelson y Ernie Els cumplen su major 100 en este PGA) puede ser clave en un torneo con amenaza de lluvia las cuatro jornadas. Con ese panorama, Rahm avisa: “La batalla será mental”