El 'cañonero' Koepka se estrena en los majors: gana el US Open
El de Florida, de 27 años, se desató en los últimos hoyos de Erin Hills y conquistó su primer grande con -16. Sergio García terminó 21º, con -4.
Brooks Koepka, un robusto cañonero de Florida que iba para estrella de béisbol, es el ganador del US Open de Erin Hills (Wisconsin), el más atípico que se recuerda por la cantidad de birdies vistos. Porque si el US Open se caracterizaba por hacer sufrir a los golfistas con campos durísimos, devoradores de golpes, en esta ocasión Erin Hills no ofreció la resistencia feroz que acostumbra el torneo. El viento, su gran arma, no fue para tanto y la longitud (7.100 metros) tampoco asustó a Koepka (-16), que a los 27 años inaugura su casillero de majors. En lugar de figura de la MLB, ya forma parte del selecto club de ganadores de grandes.
De Koepka se decía que era “un potencial” hombre major, pero hasta este domingo siempre había perdido el control en las jornadas finales. Tal vez ganar la Ryder en Hazeltine con EE UU fue su transformación a ‘supergolfista’. “Allí pasé más nervios que nunca”, decía el armado de hombros Brooks, que en Erin Hills destrozó los últimos cinco hoyos y con ellos a Brian Harman, Hideki Matsuyama y Rickie Fowler, tres de esos golfistas que seguirán anhelando ese primer grande. Koepka no dio opción…
El ganador partió a los últimos 18 hoyos con -12 y líder, igualado con Harman, con el que se mantuvo a la par y en ‘standby’ hasta el 13. Pero llegó el 14 y la furia de Koepka en un par 5, con sacada de búnker con backspin, que dejaba el putt casi dado. No le tembló el pulso y remató. En el 15, par 4, hizo relucir su juego corto y su inaugurado control de la tensión. En el 16, par 3, otra vez genial en el green. Tres birdies, que le dejaron el US Open en su mano y con -16, igualando la puntuación más baja jamás vista, que fue en 2011 de Rory McIlroy. Koepka hizo hasta 21 birdies, influye el juego corto, pero sobre todo el largo (sólo falló siete calles en los cuatro días) y sus drives de casi 300 metros de media. Como si fueran home runs de béisbol.
Hasta que no cogía el buggy a Casa Club no abandonó su estatus impasible de superhéroe. Cuando iba a firmar la tarjeta se quitó su gorra y rompió a llorar en Erin Hills ante los jueces de la USGA (Federación Americana), a los que parece que ya no le gusta tanto hacer penar a los golfistas. No prepararon un campo tan terrible como lo fueron Merion y Oakmont, donde en 2016 sólo cuatro acabaron bajo par. También influyó la lluvia, que hizo los greenes más lentos y receptivos y la tímidez del viento. Esos factores convirtieron la batalla de Erin Hills en diferente: para pegadores y outsiders. No pasaron el corte ni McIlroy, ni Day, Dustin Johnson. El mejor de las superestrellas fue Sergio García, que peleó pese a que su juego no estuviera “tan fino”. “No llegué a conseguir que pasarán cosas. Ha sido la tónica de la semana”. Acabó 21º, con -4 y un buen ejemplo de madurez en su major número 75. Cabrera Bello fue 42º, con +2.