El drama del éxito demorado
El verano ha sido movido para Lydia Valentín. Se llevó el bronce en Río 2016 y conoció los positivos de sus rivales en Pekín 2008 y Londres 2012.
La segunda parte del Informe McLaren, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), revela, según se conoció ayer, que alrededor de 1.000 deportistas rusos participaron desde 2011 en el plan estatal de dopaje que, cinco años después, ha puesto al mundo del deporte y al olimpismo en una situación alarmante. La halterófila española Lydia Valentín, quinta en los Juegos de Pekín 2008, cuarta en Londres 2012 y tercera en Río 2016 en la categoría de 75 kilos, representa fielmente el drama de los atletas que compiten en condiciones de inferioridad frente a los rivales fraudulentos.
Lydia Valentín sabe desde hace meses que la descalificación de las tres primeras la convierten en subcampeona olímpica en Pekín. La detección del dopaje de las tres integrantes del podio en Londres 2012 significa que la española es por derecho campeona olímpica en Londres. Sin embargo, el proceso de revisión de los tests, las presiones políticas, los intereses económicos y las prácticas de encubrimiento han demorado, y anulado en la mayoría de los casos, la satisfacción personal, ética y económica de los deportistas relegados del podio por los tramposos.
No es lo mismo recibir una medalla en el escenario olímpico, tras el inmediato éxito en los Juegos o en los grandes campeonatos, que en un despacho, o por correo certificado, ocho o nueve años después. No es lo mismo aspirar al beneficio de becas, patrocinios o sueldos por el rango de las medallas que perder durante años esas potentes sumas por el fraude de los rivales.
Es trascendental investigar, detectar y no hacerse trampas en el solitario –el nacionalismo tiende a señalar las culpas de los demás y exculpar las propias– y combatir el dopaje sin tregua, pero esa exigencia no impide que se articulen soluciones para reparar como se merecen los innumerables casos de atletas que perdieron su gran oportunidad por el efecto de la cloaca que inunda el deporte.
Lydia Valentín es la primera medallista oficial de la halterofilia española. El bronce en Río lo atestigua. Disfrutó de su gran momento donde correspondía. Las otras dos medallas esperan los trámites judiciales y administrativos que envuelven los procesos antidopaje. La recompensa demorada tiene importancia, pero deportistas como Lydia Valentín merecen mucho más