La desgracia vive en la casa de los Cleveland Browns
La lesión de Robert Griffin III en la jornada inaugural acrecienta la leyenda maldita sobre los quarterbacks titulares de la franquicia de Ohio.
Pertenecer a la AFC Norte significa estar abonado al sufrimiento. Sin tener que recurrir a la historia, sólo hay que fijarse en esta recién estrenada temporada 2016. Los Bengals sobrevivieron al intenso dominio de los Jets para imponerse en el último minuto. Los Ravens debieron recurrir a sus armas más tradicionales, la intensidad defensiva y las bombas de Flacco, para doblegar a los correosos Bills. Los Steelers se sobrepusieron al inicio impetuoso de los Redskins gracias a su inaudita capacidad de regeneración ante las pérdidas por sanción o lesión, y la indispensable dosis de suerte que suele recompensar a los audaces.
A Cleveland también le tocó un hueso duro de roer: los Eagles, con su férrea defensa y ataque compensado. Se emplearon con similar ahínco que sus colegas de división, pero la fortuna, una vez más, le fue esquiva. Si ocurría alguna jugada aciaga, siempre caía en su contra (fake punt fallido, safety por mal snap, intercepción de rebote,…). No es excusa, la derrota fue justa, Philadelphia jugó mejor; pero la desdicha de los Browns roza lo paranormal. Perder el partido no supone una catástrofe para un equipo cuyo principal objetivo de este año no es conseguir victorias. Sin embargo, perder a su fichaje estrella, al quarterback que había renovado la ilusión en esta deprimida franquicia, supone un golpe anímico difícil de recuperar.
La desolada afición del dawg pound parecía haber encontrado por fin la figura que rompería la maldición en el puesto de quarterback y le daría la tan necesaria continuidad. Una estrella caída. Un ídolo renacido. El divo que cambió los calcetines de Superman por el mono de trabajo. Imposible no enamorarse de la historia. Y sobre el campo, la promesa de espectáculo por un jugador eléctrico, capaz de lanzar como un cañón y correr como una gacela. El abanico de opciones que proporcionaba al genio táctico Hue Jackson hacía salivar a sus seguidores.
Era una apuesta que auguraba grandes beneficios, pero no exenta de riesgos. Uno de ellos, como se ha podido comprobar, era la fragilidad del protagonista. Griffin ha padecido en su carrera la tortura de las lesiones en varias ocasiones. Si a esto se le une una línea ofensiva reformada incapaz de evitarle un castigo excesivo, y su imprudencia al exponerse a golpes innecesarios, tenemos una mezcla cuyas funestas consecuencias acabamos de sufrir.
Con McCown no será lo mismo. Es un veterano muy solvente, y quizá su experiencia en ofensivas West Coast Offense le permitan adaptarse incluso mejor a las ideas de Jackson. Hasta es posible que un quarterback con menos ansia de protagonismo facilite que sean sus compañeros quienes lleven el peso de los partidos, que es precisamente el objetivo que busca la franquicia en este año de desarrollo. Perder (otra vez) al QB titular en la primera jornada es un golpe duro; pero en el dibujo general, en el proyecto a largo plazo, no supone un daño irreversible. De hecho, en ningún momento se pensó en Griffin como la solución definitiva sino más como un remedio a corto plazo. Sin embargo, la herida en el corazón de los aficionados será difícil de cicatrizar. Un nombre más que añadir, el número 25, a la infame lista de QBs titulares fracasados desde el reingreso de la franquicia a la competición en 1999; con el agravante de haberse producido ante un equipo entrenado por otro QB de la citada relación, Pederson, y dirigido por un quarterback, Wentz, que renunciaron escoger en el pasado draft.
En esta semana en que se sobredimensiona todo, muchos vaticinan el final de “RGIII” y la segura elección de un QB con la primera selección Brown en el próximo draft. Aunque obviamente es una posibilidad bastante probable, no vayamos tan deprisa. Para empezar, aún no está descartado su regreso a partir de la 10ª jornada (dependiendo de cómo evolucione la lesión y, por supuesto, cómo lo esté haciendo McCown), y esperando en segundo plano está Kessler, drafteado este mismo año en 3ª ronda. No obstante, es evidente que no pinta bien para Cleveland. Si finalmente la lesión de Griffin requiere cirugía se perdería todo el año, y es improbable que continúe en 2017 con una ficha de 7,5 millones. Tampoco Kessler, por lo demostrado en pretemporada, parece ahora mismo la respuesta de futuro; y la integridad de McCown no es tan resistente como para asegurar que el novato no tendrá que intervenir.
La campaña acaba de empezar y los Browns ya deben volver a reinventarse. Y eso que estaba asumido que sería una temporada de transición. Está claro que a perro flaco, todo son pulgas.