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LOS ANGELES RAMS

Jared Goff es un lujo tonto en una casa pobre

El número uno del Draft, por el que Los Angeles Rams pagaron una barbaridad, comienza el año como el tercer QB en la jerarquía de la plantilla.

Madrid
DENVER, CO - AUGUST 27: Quarterback Jared Goff #16 of the Los Angeles Rams throws a pass during the third quarter against the Denver Broncos at Sports Authority Field Field at Mile High on August 27, 2016 in Denver, Colorado. The Broncos defeated the Rams 17-9 in pre-season action.   Justin Edmonds/Getty Images/AFP
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Justin EdmondsAFP

Cuando era pequeño escuchaba mucho esta frase: “dinero no habrá, pero pa tontás…” La escuchaba en casa, y en casas de amigos. La solían decir las madres ante cualquier tontería que compraban nuestros padres, o cualquier chuche de más, o el capricho por unas zapatillas que, con mucho, excedían nuestro nivel adquisitivo. Cierto que todo excedía nuestro nivel adquisitivo, así que la frase era de uso común y de constante presencia en las conversaciones.

Nunca pensé que la fuese a utilizar hablando de la NFL.

Los Angeles Rams han publicado su ‘depth chart’ oficial y, en él, Jared Goff aparece en el número tres en la posición de quarterback. Por delante, como titular, está Case Keenum, que no lo encontraréis en las listas de candidatos al MVP, y con el dos figura el bueno de Sean Mannion, tercera ronda del Draft del año pasado y ante el que tenéis mi perdón si os habéis preguntado: “¿Quién?”

La decisión demuestra que los Rams han hecho una gestión con su último Draft digna de un par de collejas, unos zapatillazos pasillo adelante y un sábado por la mañana castigados barriendo. Porque el lujo que se han pegado con el muchacho, teniendo como tienen la plantilla, es de “dinero no habrá, pero pa tontás…”

El equipo de Los Angeles tiró la casa por la ventana para poder elegir a Goff con el número uno del Draft, que poseían los Tennessee Titans. Estaban en el puesto 15, así que tuvieron que dar su primera ronda, segunda y dos terceras de este año, más la primera y tercera del año que viene. A cambio, además del #1, recibieron una cuarta y una sexta de los Titans de este mismo 2016.

Un potosí. Y más aún si, como acaba de demostrarse, el equipo es endeble en, por ejemplo, la línea ofensiva.

Nadie da esa cantidad de recursos por un jugador que no es digno de ser titular desde el primer día. Es un lujo que no se permiten, si quiera, los grandes equipos. Pero mucho menos los que están lejos, a años-luz, de la Super Bowl.

Jared Goff no está para jugar en la NFL

Jared Goff no es titular porque está verde. Es así de sencillo. Si tuviese el talento descollante de un número uno digno del Draft sería titular. Sin discusión. Pero no lo tiene. Es un proyecto, una promesa, a la que cuidar para ver si florece. Y, con buen criterio, los entrenadores de los Rams, con Jeff Fisher a la cabeza, han pensado que si lo ponen detrás de esa línea ofensiva se les puede acabar el juguete rápido, tanto desde el punto de vista físico como psicológico y, esto no es poca cosa, social. Que la paciencia no es una virtud de ninguna de las aficiones de la NFL.

Y, dado que está aún por hacer, y es muy difícil vender esa verdad, en Los Angeles tiran de cliché y argumentan que lo mejor es manejar a fuego lento al chaval para que acabe derrotando en el quarterback franquicia que les lleve a la tierra prometida. Que ése, y no otro, es el único objetivo posible para un chico que es QB#1 del Draft y digno merecedor de todas esas elecciones que antes he enumerado.

Pero la verdadera cara del asunto es más preocupante: es que no ha sido capaz de ganar a Keenum y a Mannion en la batalla del campo de entrenamiento. Ningún entrenador es tan tonto como para no saber qué le espera en el futuro si las derrotas superan a las victorias. Incluso en un caso tan surrealista a este respecto como el de Jeff Fisher, superviviente en la liga a pesar de acumular temporadas perdedoras con fruición.

Ningún entrenador, insisto, tendría la menor duda de poner al chaval a dirigir el ataque si fuese un #1 legítimo. Cuando un QB como esos aparece juega ya. Y a tope. Y a ganar. Desde el minuto uno. Porque de esto va todo.

Lo de enseñarles con paciencia mientras se pasan años en la banda, aún en el caso de que eso estuviese comprobado que funciona, sólo tiene sentido si el equipo va ganando y tiene un QB intratable e incuestionable. Pero ¿Case Keenum? ¿De él va a aprender? ¿A qué? ¿A cómo se pierde? ¿A cómo se le da el balón a Todd Gurley? ¿A cómo se aceptan los sacks, uno tras otro?

Jared Goff tuvo un precio de absoluto lujo. Y se va a pasar el año, al menos de inicio, escondido en el armario. Eso pueden hacerlo en las casas ricas, pero ¿en las pobres? Cómprate ropa de faena, cómoda, dura, resistente y, si con trabajo llega el día de tener posibles, pégate el capricho que te mereces. Lo otro sólo vale, ya lo decía mi madre, “para que la gente se ría de ti”.