Julio Urías: "Mi meta es establecerme en Grandes Ligas"
El mexicano Julio Urías debutó en Grandes Ligas en el CitiField de Queens y, después, lanzó cinco entradas en el Wrigley Field de la ciudad del viento.
El técnico Dave Roberts no quiere forzar al chico. Le ha limitado a 80 o 90 lanzamientos como máximo, de momento. Ya habrá tiempo más adelante para subir las exigencias. El martes, Urías lanzó 86 veces en cuatro entradas. Una cifra alta, pero no olvidemos que el zurdo aún tiene que adaptarse a la alta competición. Sin embargo, ante los Rockies de Colorado solo permitió tres hits y eliminó a siete bateadores. Se sentó en el banquillo con el 3-1 en el marcador para los Dodgers, y desde ahí tuvo que ver como los visitantes empataban el choque. En la parte baja de la novena, un jonrón de Trayce Thompson le daba el triunfo a la escuadra angelina y un final dulce a la primera apertura de Julio Urías en casa.
Un día después, los Dodgers cierran la serie ante Colorado. Urías no volverá a lanzar hasta el lunes, pero nadie se libra de entrenar en el béisbol. El mexicano llega a su taquilla después de correr por el césped del Dodger Stadium y se sienta en su silla. Aún faltan cuatro horas para que comience el partido. Lleva una cinta azul en la cabeza que le confiere un aspecto de guerrero. Su taquilla, con su nombre, su cara y el número 7, está entre las de Trayce Thompson y Pedro Baez. En la parte de arriba tiene tres figuras religiosas. La más grande, una estatuilla de la Virgen de Guadalupe de 30 centímetros.
Aún está asimilando su ascenso a las Grandes Ligas después de arrasar en Triple A. Dice: “Es un mundo diferente a Ligas Menores. La pelota es igual, los bateadores también tienen un bate, pero aquí es otro ambiente, es otro nivel. Simplemente jugar en un estadio como este y que la gente te apoye de esta manera, es increíble. Me siento muy contento, y gracias a Dios cumplí el sueño de debutar en casa, y gracias también al apoyo de la afición”.
Que un mexicano juegue en Los Ángeles tiene una importancia tremenda. La ciudad no se puede explicar ni entender sin la cantidad de nacionalidades que conforman la población angelina. Pero la bandera de México pesa con mucha fuerza. Por ello, que un pitcher prometedor de 19 años nacido en Culiacán sea titular con los Dodgers es algo que conecta con la identidad de, al menos, la mitad de la afición del equipo.
Incluso en su debut en Nueva York notó el apoyo de sus compatriotas. Un apoyo que se ha multiplicado en Los Ángeles, como es obvio. “Me pone muy contento y me siento muy agradecido con Dios y con la gente que cree en mí. Ahora hay que seguir trabajando para darle satisfacción a ellos también”.
En la prensa, en la televisión y en la grada lo comparan con Fernando Valenzuela. Por joven, por pitcher, por mexicano y por talentoso. ‘El Toro’ es comentarista en las retransmisiones de los Dodgers, por lo que es un fijo en el Dodger Stadium. Urías asegura que ya ha conocido a Valenzuela y ha hablado con él: “Le doy gracias a Dios por darme la oportunidad de conocer a gente así. Es el mejor pitcher que ha dado México y platicar con él es un sueño para mí. Me dio ánimos y me dijo que siguiera trabajando sin importar los resultados, sean buenos o malos. El trabajo es lo que habla por uno y tengo que seguir preparándome hasta que encuentre el nivel.”
Que Urías tiene nivel para triunfar lo sabe todo el mundo. Pero muchos son los llamados y pocos los elegidos, y la presión puede hacer añicos la carrera de cualquiera. Por eso, el mexicano quiere ir paso a paso. Y el primero es afianzarse en Grandes Ligas: “Mi meta es establecerme, y la verdad, qué bueno que la gente hable tan bien de mí y que los reporteros hablen así. Pero tengo que hacer mi trabajo para que los reporteros sigan hablando. Estoy muy contento de que la gente hable de mí, y la verdad es un apoyo y un orgullo para mí, y es lo que me hace trabajar más fuerte.”
Urías parece un tipo tranquilo. Quizá la explicación sea la religión. Antes de irme, le pregunto por la estatuilla de la Virgen. Ha repetido la expresión “gracias a Dios” casi en cada pregunta que le he hecho. “Siempre trato de estar bien con Dios”, afirma. “Hablarle y darle las gracias siempre ya sea mal o bien, porque yo estoy aquí por él. Puede ser por el trabajo, puede ser por la fuerza que yo le he echado o por las ganas, pero la realidad es que sin él yo no estaría aquí, y se lo agradezco a cada momento”.