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Repetición instantánea

El adiós de Manning no es como el de otras leyendas

El retiro del legendario número 18 de Indianápolis y Denver nos fuerza a acostumbrarnos a disfrutar de una NFL que él mismo se encargó de revolucionar.

Peyton Manning , quarterback de Denver Broncos.
MIKE BLAKEREUTERS

La NFL no será la misma sin Peyton Manning. Tampoco lo fue tras el retiro de Joe Montana o el de Johnny Unitas ni lo será cuando Tom Brady decida colgar el casco y las hombreras.

Así es la vida en la NFL. Nace una estrella que nos maravilla por años con su habilidad que nunca reparamos en que algún día su carrera llegará a su fin hasta que llega el inevitable momento de decir adiós porque la edad y el cuerpo así lo ordenan.

Pero esta despedida tiene un aura distinta. Con el adiós de Peyton Manning concluye la carrera de un jugador que por sí solo revolucionó a la NFL con su espectacular y explosivo estilo para jugar la posición de quarterback y que sacó provecho hasta de la última gota de energía en su brazo derecho. El circo aéreo que actualmente domina los esquemas ofensivos y defensivos es, prácticamente, responsabilidad total de Manning. Ni Dan Marino con su capacidad para lanzar y producir yardas a granel provocó que una liga entera ajustara sus sistemas de ataque.

Lamentablemente, Manning es un ser humano con virtudes y defectos y un decepcionante error cometido hace 20 años le hará perder estatura como modelo a seguir. Pero su trayectoria deportiva poco tiene que ver con lo sucedido en la Universidad de Tennesee en 1996, aunque cabe mencionar que de no haber intercedido su papá Archie Manning en ese asunto, la carrera de Peyton quizá sí se hubiera visto afectada.

La realidad es que, en el campo de juego, Manning cumplió con las expectativas que se crearon a su alrededor y así edificó una carrera que lo convirtió ya en leyenda de la NFL y del deporte de Estados Unidos.

En 17 temporadas –en 2011 no jugó con Indianápolis por las cirugías en el cuello--, Manning llevó a sus ataques a terminar entre los primeros 10 de la NFL, hazaña que habla de su indispensable papel en ese renglón, de la misma forma que lo hacen las marcas con las que se retira: más yardas por aire (71,940), más yardas por aire en una temporada (5,477), más pases de touchdown (539), más envíos de anotación en una campaña (55) y más victorias (186, empatado con Brett Favre) en la historia de la NFL.

Y por no dejar de mencionar otras hazañas, Manning dice adiós con cinco nombramientos como el Jugador Más Valioso de la NFL, dos triunfos en el Súper Tazón y el premio como Más Valioso de la edición XLI y el hecho de que en sólo cuatro temporadas con los Broncos de Denver se ubicó segundo en pases de touchdown (140) en la historia de la franquicia.

Manning es el quarterback más prolífico en la historia de la NFL y uno de los más espectaculares que ha visto la Liga. Las hazañas que acumuló y la forma en que las consiguió lo colocan en un lugar privilegiado en la historia de la NFL, pero también nos llevan a una interrogante que en verdad hace volar la imaginación: ¿qué hubiera sido de la carrera de Peyton Manning si Tom Brady no se cruza en su camino?

Si en aquella Semana 2 de la temporada 2001 el linebacker de los Jets, Mo Lewis, no lesiona al entonces quarterback de Nueva Inglaterra, Drew Bledsoe, con un golpe seco al pecho, hubiéramos tardado mucho en conocer a Brady, quizá en circunstancias no adecuadas para triunfar y quizá lo hubiéramos visto jugar hasta con otro uniforme.

Eso nunca lo sabremos. Lo que sí vimos en 2003 y 2004 es que en dos ocasiones en que Manning y los Potros de Indianápolis llegaron a Playoffs como serios aspirantes al Súper Tazón, Brady y los Patriotas truncaron su camino para, eventualmente, alzarse con el Trofeo Vince Lombardi.

En las campañas de 2003 y 2004, Manning comandó a la segunda y mejor ofensivas, respectivamente, de la NFL. En esas temporadas, el ataque de los Potros lucía prácticamente imparable. No para los Patriotas, que al vencerlos en la Final de la AFC y en la Ronda Divisional, le robaron a Manning la posibilidad de sentar las bases de una carrera aún más exitosa de lo que resultó ser. En lo personal, estoy seguro que sin Brady en el panorama, Manning hubiera ganado al menos un anillo de Súper Tazón entre 2003 y 2005.

Manning tardó en descifrar a su némesis, pero cuando lo hizo, se sobrepuso con autoridad a su dominio, a tal grado que quien terminó por controlar la rivalidad fue el número 18 con victorias clave en Playoffs con los jerseys de Indianápolis y de Denver.

Someter a Brady en Playoffs y quitarse su sombra son, quizá, el mayor mérito intangible en la carrera de Manning, a quien volveremos a saludar y a agradecerle el asombrarnos con sus hazañas y con su capacidad para dirigir ofensivas y lanzar el ovoide en agosto de 2021, cuando su figura se vuelva inmortal en Canton, Ohio.