Los Denver Broncos anuncian que Peyton Manning se retira
El legendario quarterback deja la NFL tras la consecución de su segunda Super Bowl y tras dejar dudas acerca de sus deseos de seguir jugando.
Peyton Manning se retira. Así lo ha confirmado su equipo, los Denver Broncos, en un comunicado oficial. El jugador, y el equipo, tienen previstas ruedas de prensa y actos a celebrar mañana lunes para oficializar esta retirada.
Manning es una de las mayores leyendas de la NFL. De todos los tiempos. Tiene dos anillos de campeón de la Super Bowl, los de las temporadas 2006 y 2015, además de cinco trofeos de MVP de la temporada regular. Líder de la historia de la liga con 71.940 yardas y con 539 yardas de pase. Pero es probable que con esos datos no sirva para explicar ni su carrera ni su grandeza.
Peyton llegó a la liga tras ser una estrella universitaria en Tennesse. Fue número uno del draft y, aunque hubo enormes dudas sobre si era mejor que su némesis, Ryan Leaf, el caso es que las expectativas sobre él eran inmensas. No sólo cumplió con ellas, sino que las excedió en muchas fases de su carrera.
Los Indianapolis Colts, equipo que le eligieron, no sólo necesitaban un líder o un jugador estelar, sino una imagen, una bandera. Durante trece años lo tuvieron. Tanto que se convirtieron en una de las grandes franquicias de principios de siglo XXI, con presencias constantes en playoff. Su figura, su liderazgo, les hizo uno de los equipos punteros y ayudó a que creciera la afición tanto como para poder construir un nuevo estadio en Indianapolis, el Lucas Oil Stadium. Con gran tino, el nombre popular del edificio es 'la casa que Peyton Manning construyó'.
Durante esos años 'sólo' consiguió un anillo, un título de la Super Bowl. Fue en la edición XLI de la gran final, contra los Chicago Bears. Ese es uno de los grandes debes de su carrera. Con su talento, y aquel con el que le rodearon en Indianapolis, se antoja escaso que la franquicia sólo pueda presumir de una banderola de campeón en la era Manning. El motivo hay que buscarlo en Massachussets, en una franquicia llamada New England Patriots y en dos nombres asociados para siempre a la figura de Peyton: Bill Belichick y Tom Brady.
El entrenador y el QB titular durante la era Manning en New England son consustanciales al jugador que hoy se ha retirado. Es muy difícil encontrar una gran figura deportiva, mucho más una legendaria, que no tenga un enemigo a esa altura. Tom Brady y Peyton Manning se engrandecieron el uno al otro y forjaron la gran batalla del football de principios del siglo XXI. Un partido entre Colts y Patriots paralizaba el mundo de los aficionados. Lo que empezó siendo una china en el zapato acabó por convertirse en un antagonismo que definía a los protagonistas, tanto en la victoria como en la derrota.
Los Patriots se llevaron aquella batalla en los números, en los resultados, y eso es lo que cuenta. Tres anillos contra uno. Un sin fín de victorias en temporada regular y en playoff. Pero Peyton, al igual que sus enemigos recurrentes, mantuvieron siempre la cabeza alta, la dignidad, el buen perder y el mejor ganar, cuando tocaba. Eso también les engrandeció. A todos.
A Manning se le rompió la salud por el cuello, por los nervios cervicales. Tuvo que someterse a cirugía y dejó a su equipo huérfano en el año 2011. Los Colts, sin Peyton, vivieron a la deriva al punto de ser los peores de la competición y asegurarse el número uno del draft de 2012. En aquella clase había un QB de Stanford que tenía enamorados a los seguidores del deporte: Andrew Luck.
Fue la tormenta perfecta: una leyenda envejecida y dudas sobre su salud, un equipo desecho, un talento en el draft de los que sale una vez en cada generación, como cuando Peyton Manning apareció en 1998... Jim Irsay, dueño de los Colts, tuvo en sus manos la decisión más difícil de la historia reciente de su franquicia, y eligió Luck. En una lacrimógena rueda de prensa dejó que fuera el propio Manning el que anunciase que se iba del equipo.
Comenzó una gira triunfal, entonces, que le acabaría llevando a aquello que le había sido esquivo y que, para muchos, definía su carrera: un anillo más. Habló con media liga pero se enamoró de la propuesta de John Elway en los Denver Broncos. Elway, como Manning, sabía lo que era ganar en los instantes finales de una carrera y Elway, como Manning, sabía qué decir para convencer a un QB legendario. Él mismo lo era. Por eso se entendieron a la primera y se dieron el 'sí, quiero'. Hablaban el mismo lenguaje.
Nada volvió a ser como antes. Manning no sentía los dedos de las manos, por sus operaciones de cervicales, y la potencia de brazo, que nunca fue su aliada, languidecía. Lo que persistía era su inteligencia, su conocimiento del juego, su dominio sobre las tácticas de las defensas y su química con los hombres del ataque.