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AFC Norte desde dentro

Bengals y Steelers se lamen las heridas tras la brutal batalla

El esperado derby se llenó de provocaciones y acciones malintencionadas por ambos bandos que desvirtuó la eliminatoria más interesante de la AFC.

Antonio Brown, receptor de los Pittsburgh Steelers, fue uno de los jugadores más golpeados en la guerra en la que se convirtió el partido.
ANDY LYONSAFP

No fue bonito. En ningún momento dijimos que fuera a serlo. Sólo prometíamos que sería duro, pero jamás nos podíamos imaginar hasta qué punto. Un entrenador tirando del pelo a un jugador rival. Un suplente con capa creyéndose un superhéroe entrando al campo para empujar a un contrario. Los partidos entre Pittsburgh y Cincinnati nunca son “normales”, y menos si está en juego continuar en playoffs.

Lo triste es cuando, como el pasado sábado, se sobrepasa la delgada línea que separa la intensidad pasional de la violencia marrullera. Enganchones continuos. Golpes con la jugada terminada. Uso del casco como arma. Asistentes saltando ilegalmente al terreno de juego para provocar. Jugadores que caen imperdonablemente en dicha provocación. Búsqueda del jugador con carácter más volátil para que pierda los nervios, y dicho jugador dejándose encontrar para perderlos. Un espectáculo deplorable por parte de ambos equipos, que sólo consigue dar alas a los detractores de nuestro deporte favorito. Una pena que la testosterona fuese el mayor argumento de dos escuadras cuyo juego nos había encandilado en temporada regular. La AFC Norte no se merece ser recordada así.

La responsabilidad de tan lamentable actuación trasciende a los protagonistas directos y llega hasta la banda, donde ninguno de los técnicos hizo por evitarlo. En el desenlace del encuentro, en los minutos donde se estuvo atendiendo a Antonio Brown y se formaron corros en los que se decía de todo menos bonito, Lewis debió haber retirado a sus jugadores más susceptibles, y Tomlin a sus ayudantes que entraron irregularmente al campo. Claro que si nos atenemos a los antecedentes, ni es la primera vez que Lewis pierde el control de sus jugadores, ni que Tomlin entra indebidamente en un terreno de juego. Si los propios entrenadores no sólo no predican con el ejemplo, sino que fomentan estas actuaciones, no sorprende que proliferen comportamientos antideportivos, tan comunes por desgracia en otros deportes y que tanto nos avergüenzan a quienes defendemos éste.

Un bochorno trasladable a la gestión de la NFL de este asunto. Tanto en el precedente anterior como en éste, dejó crecer la tensión sin intervenir. Remediarlo a posteriori a base de multas se ha mostrado una solución ineficaz. También inconcebible fue su decisión de repetir el mismo equipo arbitral que naufragó en este cometido hace apenas un mes, y que volvió a fracasar en la misión de evitar que el encuentro se les fuera de las manos. Faltas no pitadas, o pitos antes de tiempo, son errores inherentes a la complicada tarea de dirimir en décimas de segundo si un golpe ha sido deliberado o incidental, ilegal o permitido; pero resultaron impotentes a la hora evitar el juego brusco y enfriar los ánimos encendidos. Por el contrario, sus discutibles decisiones echaron aún más gasolina al fuego, provocando la injustificable reacción del público lanzando objetos al campo. En general, el bajo nivel mostrado por el arbitraje durante todo el año debería ser motivo de análisis. Aumentar el número de jugadas revisables, establecer sanciones más duras (económicas, pero no con cantidades fijas, sino en proporción al sueldo, ya que en ocasiones es calderilla para aquellos con contratos millonarios) y expulsiones de los partidos, tal como se castiga en el football universitario las faltas más peligrosas, serían opciones a considerar por parte de la liga durante la offseason.

La controvertida conclusión del encuentro eclipsó todo lo demás. Un partido que si bien no resultó brillante, sí nos dejó algunos detalles dignos de destacar. La circense recepción de TD de Bryant, por ejemplo, o los acertados planteamientos tácticos defensivos que por un lado maniataron al ataque terrestre bengalí, conscientes los acereros de las debilidades de McCarron; y por otro, la completa aniquilación por parte de los atigrados del juego profundo Steeler, quienes tuvieron que recurrir al talento para ganar yardas tras la recepción de Brown, Bryant o el desconocido Toussaint.

En Cincinnati, las aguas bajas revueltas por el esperpento final, apuntando al head-coach como último y principal responsable. Desde que el respetado coordinador defensivo Mike Zimmer se marchó a Minnesota, la indisciplina que reinaba antes de su llegada ha vuelto a hacer acto de presencia en el tormentoso vestuario bengalí. La falta de autoridad de Lewis ante determinados comportamientos de ciertos jugadores ya fue criticada por algunos pesos pesados de la plantilla, y la manera de caer eliminados refuerza esta posición. Si es incapaz de domesticar a sus pupilos, y una vez más (y van 7) se hace patente su incapacidad técnica para preparar adecuadamente y salir victorioso de una cita de playoffs, es legítimo cuestionarse su continuidad como entrenador principal. No obstante, no se esperan cambios, lo cual no quiere decir que no debieran producirse. Quizá no tanto su despido, como la promoción a un puesto directivo donde puedan lucir mejor sus innegables cualidades para componer una plantilla competitiva, pero alejado de la responsabilidad directa en la gestión de partidos y jugadores.

Ambos equipos debían haber sido conscientes de que incrementando la fogosidad del envite, el billete para la siguiente ronda no iba a resultar barato. En el bando local, Bernard, Nelson, Kirkpatrick y Peko no pudieron finalizar el encuentro y hubiesen sido 4 bajas importantísimas de haber continuado en competición. Por parte visitante, Golden y Johnson también abandonaron por lesión el partido, pero no están descartados para el siguiente como si parece estarlo Antonio Brown, sujeto a los protocolos por conmoción cerebral, que muy raramente no suponen al menos un partido de descanso. Podrían estar disponibles, pero con dudas sobre el estado de tobillo y hombro respectivamente, DeAngelo Williams y el lesionado más importante, Roethlisberger. Si se confirma la baja del tridente ofensivo, mucho deberá trabajar el staff técnico steeler para recomponer, en torno a Landry Jones, un ataque exento de sus principales armas, frente a una defensa tan exigente como la de Denver. Podría darse la paradoja que en un mismo partido de playoff, hubiesen sido eliminados en la práctica ambos contendientes.

En definitiva, me quedo con la reflexión de que el injusto criterio de la NFL en la composición de las eliminatorias, primando el título divisional sobre el balance global (como se ha puesto de manifiesto en esta ronda con 4 triunfos visitantes) nos deparó unos wildcards desequilibrados que nos privaron, con todo el respeto para la intachable trayectoria de los Chiefs, de que los 4 mejores equipos de la AFC luchen por el titulo.