Minnesota Vikings – Seattle Seahawks
Adrian Peterson y la defensa de Seattle en un duelo memorable
Os aconsejo que cuando os sentáis a ver el Vikings-Seahawks tengáis a mano unas gafas de sol. Tanto talento deslumbra. Y puede producir ceguera.
Antes de entrar en el tema, os recomiendo que leáis la previa de Marco ‘Deion’, que ha hecho una radiografía a fondo del partido con todas sus claves. Ese texto hace innecesaria una segunda previa, pero hay una historia que os quería contar.
Hay gente que se sienta a ver football americano para disfrutar de un deporte. Yo lo elegí porque me permite contemplar prodigios. Y eso es lo que busco en cada jornada, en cada partido, en cada jugada: momentos que se plasmen en mi retina y que vuelvan a lo largo de los meses, los años, para simplemente ser feliz durante un rato, y pensar que merece la pena. Que no todo es malo y vulgar desde que nos levantamos hasta que nos acostamos.
Adrian Peterson es todo menos vulgar. Uno de esos motivos que justifican una pasión, e incluso una devoción. Un ser superior con una capacidad inexplicable para esperar puertas con paciencia, encontrar agujeros donde solo hay un muro, saltar por el ojo de la aguja en un instante explosivo, cambiar de dirección con un movimiento que provocaría la rotura de la cadera a casi toda la humanidad, repetir ese quiebro las veces que haga falta, y pasar de cero a cien como un coche deportivo y levantando el césped del emparrillado.
Los rivales caen a sus pies en un gesto de adoración sincera, mientras él surca la hierba y nosotros, de pie, saltamos entusiasmado ante los prodigios que se producen ante nuestros ojos. Y al final, como él, terminamos de rodillas, con los brazos elevados al cielo, entre agradecidos y suplicantes: “Dios mío, que no haya sido la última vez”.
Peterson es como los grandes corredores de siempre, de esos que acumulan carreras para cero yardas, o incluso para pérdida, en un trabajo que parece inútil pero que cumple su misión, y que va abriendo grietas en el muro. Imperceptibles, minúsculas, pero que se convierten en derrumbe cuando por fin consigue que sus rivales estén en su punto de cocción. Y cuando llega ese momento, Peterson ya es imparable. Se transforma en un destructor sin piedad alguna.
Peterson tiene 30 años. Y que me perdonen los aficionados que defienden los colores de los doce equipos clasificados, incluidos los Vikings, pero no me interesa qué equipo ganará el anillo. Eso no me importa. Solo quiero que lo gane Peterson. Creo que la NFL, el mundo, merecen que lo gane Peterson. Porque dudo que haya habido un jugador desde hace eones que haya sido capaz de hacer prodigios como él desde el backfield.
‘Beast Mode’ ya no me trasmite nada parecido. Lo hizo durante un tiempo, apareciendo de la nada ante los Saints tras ser ninguneado, y reinando hasta devorar un anillo. Incluso convertido en mártir tras ser olvidado en la última jugada decisiva, cuya conclusión probablemente habría sido distinta de haber sido él el elegido. Sin embargo, Lynch será el domingo un recién llegado. Casi un intruso. De vuelta de sus videojuegos y sus anuncios extraños. Ni siquiera sabemos si le queda alguna gana de jugar o si estos playoffs son un simple epílogo. De quien no tenemos ninguna duda, y sabemos que entregará el corazón por entero en cada jugada, es de su alter ego en los Vikings.
Sin embargo, Peterson tendrá que superar ante los Seahawks su prueba más difícil en años. Durante la temporada regular, cuando ambos equipos se vieron las caras, tuvo una de las peores actuaciones de toda su carrera. Ocho intentos, dieciocho yardas. La defensa de los Seahawks fue invencible contra sus carreras y promete repetir faena. Bennett, Rubin, Mebane, Avril, Irvin, Wagner y Wright forman, sin ninguna duda, el mejor front seven de la NFL actual. Y aunque parezca exagerado decirlo, el mejor de esta dinastía defensiva de Seattle, y quizá de la NFL en la última década, o incluso más.
Y además, el frío polar que pronostican puede ser como la kriptonita que perjudique a Peterson en su único punto débil conocido: los balones perdidos.
Por tanto, señores, tienen ustedes la oportunidad y el placer de disfrutar de un duelo único, titánico, homérico, entre el mejor running back y el mejor front seven posibles. No estoy exagerando en absoluto. Y por si no es suficiente aliciente, con Peterson deseando la revancha y mirando fijamente al Lombardi, convencido que se le cierra la puerta.
Así que olvidad cualquier otro partido de este fin de semana, del próximo, el siguiente, e incluso el 7 de febrero. Difícilmente se repetirá la confluencia de tanto talento en tan poco espacio en mucho tiempo. Pero no solo en football americano, en cualquier aspecto de la vida. Y no están las cosas en este mundo mediocre como para desperdiciar una oportunidad así.
Ah, se me olvidaba. Os aconsejo que cuando os sentáis a ver el encuentro tengáis a mano unas gafas de sol. Tanto talento deslumbra. Y puede producir ceguera.
Pronósticos
Mariano Tovar: Vikings +3
Pepe Rodríguez: Seahawks +7
Dani Hidalgo: Vikings +3
Fernando Díaz: Seahawks +3
Fernando Kallás: Seahawks +7
Ivis Aburto: Seahawks +7
Miguel López: Seahawks +3
Rafa Cervera: Seahawks + 7
Gonzalo Estradé: Seahawks +7
Alberto Zaragoza: Seahawks +0
Antonio ‘Magón’: Seahawks +7
Rubén Ibeas: Vikings +0
Marco Álvarez ‘Deion’: Seahawks +7
Tomás Monge: Seahawks +7
Pedro Dominguez: Seahawks +7
Dani García: Seahawks +3
José Villelabeitia: Seahawks +7
Raúl Cancio: Vikings +3
Íñigo Balda: Seahawks +7
Ulises Harada: Seahawks +7