FIN DEL CULEBRÓN PETERSON
Los Vikings tienen a Adrian Peterson gracias a Mike Zimmer
El entrenador de Minnesota ha ejecutado con maestría un plan destinado a retener al corredor a pesar de su descontento con la franquicia.
Los Minnesota Vikings pueden respirar tranquilos: Adrian peterson ha vuelto a los entrenamientos. La gran estrella del equipo ha dado su brazo a torcer y ha aceptado que lo mejor para su carrera es regresar a los campos de fútbol americano, volver a sentirse jugador y abrazar la camaradería que aporta una pretemporada con sus compañeros.
Pero debajo de esa noticia subyace un movimiento magistral del entrenador de los Vikings, Mike Zimmer, que en sus dos años al frente del grupo se está ganando una estatua en los alrededores del estadio que está construyendo Minnesota.
Zimmer sabe que tiene un buen equipo. Tiene talento en casi todas las líneas y tiene un sistema de desarrollo de jugadores que, visto lo visto, funciona. Y muy bien. Es un especialista defensivo que ha aprovechado los buenos recursos que tenía, como Harrison Smith, y ha drafteado muy bien, como con Anthony Barr. Además, escogió a un QB al final de la primera ronda del año pasado, Teddy Bridgewater, consiguiendo un triple milagro: que las expectativas no fueran muy altas gracias a una gestión de su suplencia con mucho tacto, que el jugador se sintiese importante y que, cuando le toco jugar, estuviese preparado.
Pero todo eso necesita de una gran estrella para tener la consistencia suficiente como para convertir al grupo en algo temible. Zimmer sabe que tiene esa estrella. Toda la liga lo sabe. Se llama Adrian Peterson. Es por eso que se ha empeñado en conseguir tenerla de vuelta cuando todas las apuestas estaban en su contra.
Peterson, es bien sabido, se perdió 15 partidos la temporada pasada tras encontrarse que daba palizas a su hijo. Adrian, un tipo sureño de una muy determinada educación conservadora, ni siquiera sabe hoy día que hizo mal pues, en su mente, educar así a los niños es lo normal. Por eso se sintió traicionado por su propio equipo cuando ni peleó la sanción, ni le defendió con uñas y dientes ni, más importante aún, le mostró empatía por sus hechos. Eso le llevó a declararse en rebeldía este año y buscar la salida del grupo.
Es aquí donde entra en juego el factor determinante: el dinero. Lo decía Lester Freamon en The Wire, "sigue, siempre, el rastro del dinero si quieres averiguar lo que sucede de verdad". A Peterson le quedan por cobrar 44 millones de dólares en 3 años y eso hizo virtualmente imposible su traspaso. Eso y sus 30 años que echaron para atrás a los compradores, en esencial a los Dallas Cowboys, en la noche del draft. Ese fue el punto de no retorno. Más allá del draft traspasar a una estrella en la NFL es un imposible.
Mike Zimmer se encontró, entonces, con nada a cambio de Peterson y con éste ausente de los entrenamientos jurando que no volvería a vestir el púrpura de los Vikings. Con paciencia, el entrenador evitó tanto al agente del jugador como a los directivos de su club y buscó charlar cara a cara con su jugador. No fue fácil, pero no cejó. Primero a través del teléfono y, hoy mismo, en persona. Y los hombres, cuando hablan claro y se miran a los ojos, suelen ser capaces de resolver sus problemas si es que son honestos.
Zimmer debe serlo. Es obvio que no se lo que se dijeron, pero sí se el resultado: Adrian Peterson vuelve a los Vikings, y eso después de que el entrenador asegurase a la prensa que Peterson "tiene dos opciones: o jugar para nosotros, o no jugar en absoluto". Con tacto, con mano izquierda, entendiendo a su corredor, sí, pero seguro que su mensaje final quedó claro en términos muy similares a esos.
Aún queda la parte compleja del asunto. El agente del jugador no parará hasta asegurar los 32 millones de dólares de las próximas dos temporadas para su cliente. Siguiendo la estela del dinero se ve la raíz del problema y su solución: en cuanto Minnesota ceda un poco y le haga un nuevo contrato a Peterson, con ese dinero garantizado y un par de años más que podríamos denominar "opcionales", todo volverá a ser como antes y no habrá problemas de egos ni de sentimientos heridos. Porque Zimmer, el solito, se ha encargado de limarlos en privado con su pupilo.
Es el entrenador el que ha desatascado la situación. Es el entrenador el que ha dotado a su plantilla del talento que le faltaba. Es el entrenador el que ha hecho que esta temporada de los Vikings brille en las expectativas como hacía tiempo que no lo hacía. Y es el entrenador, en suma, el que debe ser aplaudido por todos: por la afición, por los directivos y por Adrian Peterson, pues les ha dado motivos a todos para ello.