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SAN DIEGO CHARGERS 30 - MIAMI DOLPHINS 14

El carácter de los Chargers enorgullece a San Diego

La ciudad despidió, por lo que pueda pasar, a su equipo con una ovación merecida en un partido en el que demostraron más carácter que Miami.

Danny Woodhead consiguió cuatro touchdowns frente a los Dolphins.
TODD WARSHAWAFP

Cabe la posibilidad de que la ciudad de San Diego haya visto por última vez a sus Chargers. No es el año soñado, desde luego, pero sí que podrán decir, como afición, que su equipo les dijo adiós de una manera orgullosa, con carácter, profesionalidad y ganas de agradar. Con una victoria sobre los Miami Dolphins por 30 a 14 puede haberse cerrado una etapa para los Bolts que se remonta a 1967, cuando se asentaron en San Diego.

El partido en sí no tuvo ninguna historia. Uno de los equipos tenía algo por lo que pelear, el orgullo, y el otro, los Miami Dolphins, hace tiempo que han abandonado el timón de su barco y navegan a la deriva en una temporada demencial en la que han quedado con las vergüenzas al aire demasiadas veces. En California volvieron a parecer un grupo de jugadores sin coraje que no merece la defensa de ninguno de sus jugadores.

El protagonista, al menos desde el punto de vista estadístico, fue Danny Woodhead. El menudo jugador se ocupó de llevar el peso del ataque terrestre tras la lesión de Melvin Gordon. Que, como es habitual, no aportó nada. Woodhead sumó cuatro touchdowns, siendo la pieza esencial del ataque de su equipo.

Hubo una jugada en la primera parte que bien puede servir como metáfora perfecta del encuentro. Phillip Rivers, con ansia de jugar bien y de salir por la puerta grande, se jugó un pase profundo que fue interceptado por la defensa de Miami. En el retorno, de unas cincuenta yardas, cometieron un fumble y perdieron la pelota... que recuperó el propio Rivers. Es decir, un camino de ida y vuelta para volver al punto de partida, con los Chargers como beneficiados.

Lo cierto es que Miami ni apareció. Los Chargers se pusieron 23-0 y, a partir de ahí, hubo un tímido intercambio de anotaciones, pero los de Dan Campbell no consideraron oportuno dar la lata a una afición que tenía ganas de aplaudir a los suyos.

Bueno, aunque como todo invitado impresentable, estuvieron a punto de estropear la fiesta final. Mike McCoy tenía previsto retirar a Rivers, Antonio Gates y Malcolm Floyd a la vez del campo, para que la afición ovacionase con todo a sus viejos héroes. Si los Chargers acaban en Los Angeles, en Saint Louis, en Londres o en Talavera de la Reina, al menos que sepan que fueron queridos en su antiguo hogar.

Pero los Dolphins comenzaron a jugarse cuartos downs en su último drive. Y lo que es peor: a convertiros. Al punto de anotar un touchdown y, en un gesto que metió el pánico en el cuerpo a los que queríamos emocionarnos un poco, trataron de recuperar el balón con un onside kick. No lo lograron, porque en el mundo aún queda espacio para la belleza, y todos pudimos aplaudir a los grandes Bolts junto a la gente del estadio. De la misma forma, por cierto, que antes se había hecho con Eric Weddle.

El partido acabó con un 30 a 14 a favor de San Diego, pero acabó también con un equipo reconciliado con su ciudad, a pesar de esta última lamentable e infernal temporada. Al menos no todo es deprimente en un partido en el que los Dolphins se empeñaron en hacerlo todo mal. Hasta cuando jugaron bien.