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NEW ENGLAND PATRIOTS

Bill Belichick vuelve a desafiar a la NFL y no luce ropa militar

El entrenador de los Patriots aumenta su leyenda de antisistema en la liga negándose a participar en la mascarada del apoyo al ejercito.

Bill Belichick y Tom Coughlin.
AL BELLOAFP

Bill Belichick, entrenador de los New England Patriots, ha vuelto a demostrar que es un antisistema dentro de la NFL. Su víctima esta vez ha sido el programa "Salute to service", que busca honrar al ejercito estadounidense. Para ello, la liga se esfuerza porque haya actos de homenaje, reivindicación y aplauso a los soldados de su país y, además, todo se disfraza con ropajes militares y de camuflaje. En ese todo están incluidos los entrenadores.

Por eso estas semanas habréis visto como la gente que pulula por la banda del emparrillado tiene pinta de directores de operaciones especiales, con sus cascos y su parafernalia, o de guerreros metidos en años como Tom Coughlin. No es el caso de Belichick, al que apenas se le atisba un minúsculo pin al respecto, y sólo se lo pone para evitar multas y sanciones.

Por si alguien tiene la tentación de pensar que su compromiso con el ejercito de su país es escaso y se considera una especie de hippy pacifista, que lo vaya olvidando. Belichick es hijo de un entrenador de football de la academia naval militar estadounidense, se crió en Maryland y es extremadamente pro-militar. De hecho, son famosos sus discursos al equipo sobre el significado del "Día del Veterano" y sobre la necesidad de honrar símbolos como la bandera del país.

No, su actitud es de confrontación por un asunto diferente. No lo ha hecho público, y no lo hará pues hace mucho tiempo que no da explicaciones a nadie de sus actuaciones y de sus desplantes a la liga, pero parece claro que está relacionado con la sensación de que lo que la NFL está haciendo con este programa es falso e impostado.

Durante los años anteriores la liga cobró por prestar estos servicios. En concreto, 6,8 millones de dólares del ejercito USA para poder estar en pantalla en los programas más vistos del año en televisión, que siempre son los partidos de football. El senador John McCain, quien compitiera por la Casa Blanca contra Barack Obama en su primer mandato, denunció la situación y clamó que era "patriotismo de pago". Sus quejas hicieron mella en todas las partes, que se apresuraron a rectificar. Por parte de la NFL se devolvió el dinero, se dejó de cobrar y se mantuvo el periodo de homenaje, esta vez "de buena voluntad".

Es posible que a un alma tan pura, en lo suyo, como es la de Belichick, esto de la buena voluntad le huela a cuerno quemado. Y siendo como es, extraordinario en todos los órdenes, haya decidido que al diablo con la pantomima, que él sí que apoya al ejercito siempre que puede, y que la NFL se busque vendedores de imagen en otro lado que no sea la banda de Fóxboro.

Porque el entrenador de los Patriots ha estado al lado de los heridos de guerra en numerosas ocasiones, con actuaciones privadas e individuales de ayuda, con apoyo a los servicios de pensiones y con visitas a los hospitales militares, con todo su equipo, antes que a la Casa Blanca.

No. Lo que trasluce esta evidente transgresión es una bofetada en la cara de la NFL, un "conmigo no contéis". Como cuando se pasa el parte de lesionados por el forro de sus entretelas, cuando va a las ruedas de prensa en chanclas, cuando se mofa de las reglas de vestuario con su sudadera raída (y la convierte en un símbolo, de paso) o cuando se convierte en el único entrenador de la liga cuyo nombre no aparece en el videojuego Madden.

Un antisistema. Un radical. Un genio, en suma, con sus propias reglas y sus propios desafíos a quienes están por encima de él.