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New York Giants 26 – New England Patriots 27

Los Patriots se sobreponen a su maldición con los Giants

New England gana con un field goal en el último segundo a unos Giants que destaparon todas sus carencias durante casi todo el encuentro.

Actualizado a
Jasper Brinkley fuerza un fumble de Tom Brady, que fue muy presionado durante todo el partido.
Robert DeutschUSA Today Sports

Definitivamente, los Patriots le tienen alergia al azul. Cada vez que ven un casco de Nueva York sufren un colapso completo que les convierte en un equipo desconocido, incapaz de usar sus armas, de rendir al ciento por ciento. Los Giants son la horma del zapato de New England. Pero los de Nueva York se bastan y se sobran solos para perder cualquier partido por muy ganado que parezcan tenerlo. Y en los últimos minutos del Giants-Patriots volvimos a ver cómo Bill Belichick es un dios del tiempo, capaz de sacar petróleo de cada segundo, pedir los tiempos muertos justo en el momento exacto y elegir cada jugada con precisión quirúrgica.

Sin embargo, los Giants parecen nuevos ricos. Derrochan el tiempo como si les sobrara. Y en esos instantes decisivos, cuando la tensión bloquea la mente y el corazón se sale de la boca, parecen funcionar a golpe de intuición. Con muy buenas intenciones, pero muy poca cabeza.

A falta de 2:34, Eli Manning conectó con Dwayne Harris un pase de 30 yardas que llevó a los Giants hasta la yarda 28 de New England, Belichick pidió su primer tiempo muerto de la segunda mitad, paró el reloj en 2:14 e, increíblemente, los de Coughlin perdieron completamente la iniciativa en ese preciso instante.

El resultado fue que 27 segundos después los Giants se adelantaban 26-24 y los Patriots recuperaban el balón con un minuto y 47 segundos para alcanzar la distancia de field goal. Y por muy mal que estuviera jugando Tom Brady, que tuvo una de sus peores actuaciones de los últimos tiempos, es una utopía pensar que no va a ser capaz de atravesar el campo para dejar el balón de la victoria en las piernas de Gostkowski. Y es igual de utópico pensar que el kicker de New England va a fallar una patada decisiva de54 yardas. Así que, por mucha alergia que tengan al azul, mucha horma de zapato y mucho colapso, los Patriots se llevaron la victoria y dejaron con dos palmos de narices a unos Giants que habían jugado mejor que ellos gran parte del encuentro.

Los de New England empezaron bien. De lujo. Con una serie marca de la casa, combinando pases y carreras para volver loca a la defensa local. Touchdown de Chandler tras más de ocho minutos de orquesta sinfónica y festival en el horizonte. Pero la fiesta se acabó en 50 segundos, que fue el tiempo que tardó Eli Manning en conectar con Odell Beckham para anotar un touchdown de 87 yardas.

Empate a siete en el marcador y runrún de partidazo en las gradas. A partir de ese momento la línea ofensiva de los Patriots empieza a hacer aguas como en los últimos partidos, la secundaria se las ve y se las desea para sobrevivir a Beckham, Harris, Tye y compañía, Edelman se marcha al vestuario con una lesión en el pie, y los Patriots orgullosos del resto de la temporada se convierten en un equipo con problemas que intenta sobrevivir a base de veteranía y casta.

Los de Belichick volvieron a adelantarse con un field goal (7-10). Un fumble de Manning en la yarda 16 de sus rivales salvó momentáneamente la papeleta a New England, que a esas alturas empezaba a acurrucarse en las cuerdas. Antes del descanso, los Giants empataron con un field goal y se adelantaron (17-10) con un touchdown de Harris de una yarda, mientras los aficionados de New England lloraban la baja de Edelman que parecía imposible de suplir con el mal cariz que estaba tomando el partido para ellos.

Tras el descanso, los Patriots se escondieron en las trincheras, abrieron el paraguas y esperaron a ver si escampaba. Los primeros síntomas no fueron buenos para ellos. Nuevo field goal de los Giants. 20-10 en el marcador, dos anotaciones de ventaja y pocas ideas en la banda de Belichick. Pero entonces empezó la locura. Amendola retornaba un punt y, cuando el touchdown parecía inevitable, su compañero Harmon le zancadilleaba inexplicablemente para dejar el balón en la yarda 7 rival. La incredulidad surcaba la grada. Aunque Blount solventó el error con un touchdown de carrera de una yarda. 20-17.

Los Giants devolvían el golpe con otro field goal (23-17) y agobiando más que nunca a Tom Brady, incapaz de sobreponerse a la presión, nervioso e impreciso. El quarterback sufrió un fumble para inaugurar el último cuarto, pero se resarció en la siguiente serie con un pase de 76 yardas para touchdown a Gronkowski, que siempre aparecía cuando más falta hacía (23-24). Parecía imposible, pero los Patriots, con dos golpes de genio, habían conseguido darle la vuelta al marcador.

A esas alturas la secundaria de New England parecía mejor ajustada y Amendola suplía la baja de Edelman ofreciéndose constantemente y multiplicándose como nunca. Incluso los Patriots tuvieron la oportunidad de sentenciar el encuentro con un drive que les llevó hasta la línea de gol rival, pero que terminó con Brady lanzando una intercepción que devolvió el balón a los Giants con seis minutos por jugar y la victoria al alcance de la mano.

Pero entonces apareció Belichick como dios del tiempo, y los Giants volvieron a improvisar, como casi siempre, en una patética gestión del reloj en los momentos finales.

Victoria para los Patriots que conservan la imbatibilidad, pero esa película ya la vimos hace algunos años en temporada regular. Seguro que, después de la experiencia vivida, a los de Belichick no les importa quién pueda ser su rival en una hipotética Super Bowl… con tal de que no sean los Giants.