DENVER BRONCOS 13 - KANSAS CITY CHIEFS 29
Peyton Manning se va al banco tras cuatro intercepciones
El QB de los Broncos bate el récord de yardas de pase de Brett Favre y continúa con una actuación de pesadilla frente a los Kansas City Chiefs.
En una sola tarde en Denver se ha podido comprimir la actual temporada de Peyton Manning. Tras batir el récord de más yardas aéreas en la historia de la NFL, que estaba en posesión de Brett Favre, acabó sentado en el banquillo de su equipo tras lanar cuatro intercecpiones y llevar a los Denver Broncos a un abismo frente a los Kansas City Chiefs. Abismo del que ya no salieron, con Brock Osweiler a los mandos, para concluir perdiendo por 29 a 13, tras dos touch downs inanes del conjunto que jugaba en casa.
Durante los dos primeros meses de competición los Denver Broncos vivieron con una defensa imponente. A pesar de que el juego de ataque, ni el de pase ni el de carrera, dieron buenas sensaciones, la labor del grupo defensivo podía con todo y con más. Peyton Manning, a pesar de un pase aquí o una jugada milagrosa allá, fue más un punto débil que el ancla sobre el que asentar el equipo. Al final, han acabado por romperse por dónde parecía claro que lo harían.
Los Chiefs saltaron al campo de Denver con la idea de que podían ganar. Venían de un gran partido en Londres frente a los Lions y su imagen no era la misma, ni parecida, a la de septiembre. Y eso que ya entonces tuvieron a los Broncos contra las cuerdas, por lo que se les notó con confianza desde el primer instante.
Su juego no es espectacular, ni siquiera fiable, pero sí que es rocoso. Es por eso que, sin hacer locuras, consiguieron comenzar, en la primera parte, sus drives en el medio del campo. Gracias a esa ventaja, y a una primera intercepción de Manning a manos de Marcus Peters, quizás el rookie más impresionante del año en la defensa, consiguieron un touch down.
Gotita a gotita, cada acercamiento a la red zone se saldaba con un field goal. Pareció que los de Andy Reid sabían que les bastaría con eso y no forzaban la máquina aa por pases difíciles o carreras imaginativas. Por el medio, con pases cortos, se ponían en field goal range y Cairo Santos ejecutaba. De tres puntos en tres puntos se iban en el marcador.
En el otro lado, Manning lanzaba pases sin nervio, bombeados, que llevaban la etiqueta de intercepción en las costuras. Cuatro veces se quedaron en los brazos de los jugadores de los Chiefs, pero hasta en otras dos ocasiones hubo sendos drops que pudieron aumentar el número de la ignominia.
Al comenzar la segunda parte la idea de desesperación de los Broncos era obvio. Primero intentaron un onside kick que, de nuevo, dejó a los Chiefs con una posición de campo estupenda para seguir jugando al de tres en tres. Y, luego, ya con 22-0, con cinco pases completados de veinte, con un QB rating de 9.9, Gary Kubiak decidió que Osweiler saliese a jugar.
El partido no estaba perdido. Quedaba más de un cuarto y medio. Es decir, no eran los minutos de la basura o el momento de dar descanso a los veteranos porque el encuentro se daba por amortizado. En absoluto. Fue una decisión consciente de un entrenador que buscó la forma de ganar el partido.
No cambió mucho el panorama, aunque las cadenas se movieron en Denver algo más. El nuevo Qb también lanzó una intercepción y los Chiefs siguieron a lo suyo. Al final, ahora ya sí en los instantes de descuento, con l estadio semivacío, pudieron anotar dos touch downs que de nada valen.
Sin embargo, la decisión de que no jugase Manning, de querer remontar con Osweiler, será comentada toda la semana. Y se abrirá el debate de si Peyton Manning debe seguir jugando a este deporte del que posee el récord de más yardas de pase de la historia. Porque la lógica y las evidencias ya son demasiadas, y demasiado potentes, como para seguir siendo ignoradas, máxime ahora que ni la defensa salva los partidos y el récord se va a 7-2.
Los Chiefs, por otro lado, como toda esa pléyade de equipos que están 4-5, a soñar con los playoffs, que las wild cards están baratas. Al menos de momento.