La sensación de que los kickers fallan más que nunca es falsa
Ahora mismo el porcentaje de field goals anotados es el tercero más alto de una temporada en la historia de la NFL. Los números no engañan.
Cuando era niño, me parecía mágico cómo mi abuela enhebraba una aguja. Era fascinante. Sobre todo, porque la caricatura que suelen hacer los dibujos animados se vuelve completamente real. Ella estaba de cháchara mientras cosía, con los ojos fijos en las manos, pero relajada, y de repente se hacía el silencio. Yo levantaba la vista para ver qué pasaba y la contemplaba absolutamente concentrada, casi con la lengua fuera, los ojos casi bizcos mirando hacia abajo, y buscando la ayuda de las lupas de sus gafas. Lamía la punta del hilo para someter a los pelillos rebeldes y con un movimiento certero lo introducía por el agujero como si tal cosa. Tras ese instante de concentración absoluta, volvía la cháchara y el punteo, como si obrar prodigios no tuviera ningún misterio. Cuando ella recogía y se marchaba a otra cosa, yo robaba una aguja e hilo del costurero y lo intentaba una y otra vez hasta que terminaba como Aurora, con un pinchazo en el dedo y muerto de sueño.
Hay ejercicios casi automáticos, perfeccionados con la repetición, que parecen sencillos vistos desde fuera pero que requieren un constante entrenamiento para ser realizados con maestría. Siempre me ha divertido escuchar que un jugador de golf ha perdido su swing, como si fuera una joya preciosa de la que dependiera su vida, que se escurrió por un agujero de un bolsillo del pantalón. Tras un desastre así, se encienden todas las alarmas y los golfistas acuden a entrenadores especializados en conseguir que alguien vuelva a encontrar ese famoso swing. Me imagino a ambos buscándolo de noche, a oscuras en la calle de un campo de gol, con linterna y lupa.
Algo similar sucede con la mecánica de pase del quarterback. Tom Brady, Peyton Manning o Aaron Rodgers todavía buscan entrenadores personales para pulir defectos durante la offseason tantas temporadas después. Otro motivo por el que son tan buenos, que solo los mejores intentan mejorar la perfección.
Meter un field goal siempre me ha parecido una actividad milagrosa. Un tipo agachado lanza un balón entre las piernas siete metros hacia atrás con precisión milimétrica. Le llega a otro que no solo lo posa en el suelo, sino que además tiene tiempo para esconder las costuras para que el pateador haga contacto sobre zona lisa. El kicker le pega y consigue elevar la bola tres metros en ocho yardas. Si fuera un puerto de montaña, más del 40% de desnivel. Unos 20º.
Los que hemos jugado de niños al balompié, sabemos cómo se le llama a una patada así: darle picuda. Y también sabemos que cuando le pegas picudo el balón alcanza el culmen de su felicidad, porque hace exactamente lo que le viene en gana. Vuela con libertad absoluta.
En conclusión, un kicker consigue elevar la bola como si trabajara en Cabo Cañaveral casi sin carrerilla, que vaya en la dirección correcta, que salga con potencia suficiente para atravesar entre 30 y 45 metros y que termine colándose entre dos palos que por televisión parecen muy separados, pero que están a 5,5 metros. Os puedo asegurar que si os situáis en la yarda 30 de un emparrillado, sentiréis lo mismo que si tenéis que enhebrar una aguja. El asunto es como para sacar la lengua y ponerse las gafas de ver de cerca.
Para hacer algo tan complicado, los kickers tienen que desarrollar una mecánica muy sofisticada y bastante antinatural que les obliga a calentar mucho antes de cada patada y les hace proclives a lesiones de todo tipo. Y son como los porteros del balompié, sus errores no pasan desapercibidos.
Este año está siendo el peor que se recuerda de los kickers, ¿Verdad? Parece que todos estamos de acuerdo en que están más imprecisos y cometiendo más errores que nunca. Esta misma semana, Hocker solo anotó uno de los tres que intentó para los Saints. ¡¡¡PUES NO ES VERDAD!!! Simplemente son sensaciones, rumores y correveidiles. Los kickers han acertado en lo que va de temporada el 84,0 por ciento de los intentos de field goal. La tercera mejor cifra de la serie histórica. empatada con el porcentaje de 2014 y solo por detrás del estratosférico 86,5% de 2013 y el 84,5% de 2008. Por supuesto que el porcentaje de extra points anotados ha regresado a cifras de principios de los años ’80, pero si tenemos en cuenta que ahora son intentos de 33 yardas, están en la media de los últimos años de field goals intentados en esa distancia.
Está por ver si cuando el frío polar y el viento helado lleguen a la NFL, el porcentaje se mantiene o el clima empieza a causar estragos, pero los kickers merecen que les demos algo más de crédito. Por ahora siguen enhebrando la aguja con la misma habilidad de siempre. Para darnos cuenta sólo tenemos que frotarnos los ojos y apelar a los números, que en este caso, y sin que sirva de precedente, sí que son una buena prueba del algodón.