Los QBs marcan la diferencia esta temporada en la NFC Este
Para bien o para mal no hay una posición más decisiva en el deporte estadounidense, y la división se da cuenta de ello.
El quarterback no lo es todo pero es el todo. Últimamente se ha despertado un debate que da para mucho y que se está infravalorando: ‘la sobrevalorización del Quarterback’.
Actualmente esta columna no es el mejor lugar para tratarlo, aquí se habla de la NFC Este, pero esta semana ha dejado claras evidencias de que por mucha defensa, por mucha línea ofensiva y por muchos grandes jugadores que tengan las franquicias de esta división en sus plantillas, la diferencia en el caos la va a terminar marcando Eli Manning, Tony Romo, Sam Bradford o quien quiera que reciba snaps en los Redskins (actualmente Cousins).
Con esto no quiero decir que un buen quarterback te asegure ser un equipo ganador, pero si por lo menos te da más opciones de serlo, pese a que creo que la mayoría estará de acuerdo conmigo en que sólo hay unos 3-4 quarterbacks por generación capaces de cambiar el signo de una franquicia disponga de lo que disponga a su alrededor. El resto precisa de un staff técnico que sepa trabajar, potenciar sus virtudes, ser paciente y establecer un plan de juego que desarrolle a nuestro jugador hasta que evolucione a lo que todos esperan. ¿Qué hubiese sido de Tom Brady o Ben Roethlisberger si llegan a ser drafteados por los Cleveland Browns? El azar siempre juega, y exceptuando a los Peyton Manning o Andrew Luck de turno, el resto precisa de un entorno y staff técnico favorable, además de por supuesto esa pizca de suerte que acaba marcando la diferencia.
Si nos ponemos a repasar la historia de la NFL, podemos llegar a una conclusión rápida y sencilla: todas las dinastías han tenido entre sus filas a un quarterback reconocible y que marcaba las diferencias. Desde Bart Starr en los Green Bay Packers de Lombardy, pasando por Bradshaw en los Steelers de Chuck Noll, Montana en los 49ers de Walsh o más recientemente Tom Brady con Belichick, e incluso un incipiente proyecto de dinastía como son los Seahawks de Russell Wilson y Pete Carroll.
No todos eran estrellas en sus inicios e incluso más de uno terminó siendo drafteado y jugando en la franquicia por pura casualidad, el caso es que se acoplaron al sistema y fueron decisivos siempre que debieron serlo. Evidentemente, escudados y respaldados por compañeros de grandísima calidad a ambos lados del balón que cuando sus quarterbacks franquicias no eran más que game managers, se encargaban de sostener al equipo. Aquí no se intenta quitar importancia al resto de posiciones en este deporte, sino otorgar la que un quarterback merece. Una vez leí a John Madden decir en uno de sus libros que un quarterback era la posición más especial en el mundo del deporte junto a la del portero en nuestro fútbol.
En el caso contrario a las dinastías que anteriormente mencioné tenemos a grandes equipos que consiguieron alzarse con una Superbowl pero al contrario que sus semejantes ese triunfo no tuvo la continuidad necesaria para convertirles en dinastía. ¿Cuál creen que fue la diferencia? Yo tengo bastante claro que la amenazante figura de un gran quarterback te otorga la continuidad necesaria como para establecerte durante una década. Los ejemplos más recurrentes son los Ravens de Dilfer y Billick, o los Buccaneers de Brad Johnson y Gruden.
Si tenéis tiempo os recomiendo que veáis una entrevista a Nick Saban, actual entrenador de la universidad de Alabama y que llegó a entrenar a los Miami Dolphins. Cuando le preguntan sobre su pasado en la NFL y los Dolphins, achaca que a diferencia del football universitario en los profesionales la figura del quarterback es el que por norma general termina marcando la diferencia. Su opinión no es absoluta, pero creo que Saban algo sabe de esto.
Estas convulsas semanas en la NFC Este resumen bien este pensamiento, y es que los Cowboys con Tony Romo posiblemente no lleguen nunca a ganar una Superbowl, pero difícilmente saldrán de la terna de favoritos. Brandon Weeden es un ‘bombero’ que sirve para apagar un incendio, pero cuando deseas establecer unos cimientos no tiene lo suficiente por más que tenga una gran línea ofensiva, armas y la recuperación de una defensa con el retorno de Hardy y McClain.
Mi favorito a día de hoy son los New York Giants, principalmente por la figura de Eli Manning y Tom Coughlin. Dos profesionales curtidos en mil batallas, y que pese a los errores infantiles y caras de duda que nos siguen dejando (observar la confusión que provoca el segundo tiempo muerto de los Giants al final de este Sunday Night), tienen la capacidad para darle la vuelta a cualquier partido, y marcar la diferencia cuando se precisa de ella. Podemos discutir si la defensa de San Francisco fue más que inocente al permitirles avanzar en ese drive final de una forma tan sencilla con un Vereen que nunca sufrió un doble marcaje, pero al final fue Eli Manning quien lanzó el balón a un Larry Donnell que realizó una recepción mayúscula. Recordando a una situación que los 49ers vivieron hace años contra otro genio, Brett Favre.
Mismo caso ocurre con los Eagles pero en menor medida, Sam Bradford demostró ser capaz de marcar la diferencia. Recuperándose de dos errores mayúsculos al inicio del partido y llevando con comodidad el ataque equilibrado que Kelly establecía desde la banda. La diferencia en Philadelphia es que si Bradford funciona podrán soñar con las cotas más altas posible.
Los Redskins parecen el equipo más equilibrado, con un Cousins que alterna buenos partidos con decisiones decisivas que lastran a un equipo que está mereciendo más. En D.C. ya resuena que Colt McCoy es la mejor opción a día de hoy. ¿Recordáis cuando los Redskins fueron verdaderamente una amenaza por última vez? RG3 seguía siendo el rey.
Este debate da para mucho más que unas simples líneas, la figura del quarterback puede estar sobrevalorada si pensamos que el solo es capaz de llevar en volandas a todo un equipo. Pero también puede estar infravalorada si de verdad no consideramos que suele ser la diferencia entre el fracaso o la continuidad de una franquicia a lo largo de los años. Como dije al principio, el quarterback no lo es todo pero es el todo.