ATLANTA FALCONS 25 - WASHINGTON REDSKINS 19
Los Falcons ganan en la prorroga un partido de infarto
Atlanta se está convirtiendo en el equipo más peligroso para el corazón de los aficionados: cuatro victorias "sobre la bocina".
Atlanta Falcons alcanza la media decena de victorias seguidas en la temporada gracias a ganar por 25 a 19 a los Washington Redskins, pero en ese dato hay encerrado otro que llama aún más la atención: cuatro de esas victorias han sido conseguidas en el último drive del ataque en el partido.
Hoy rizaron el rizo. Se fueron a la prorroga para doblegar a unos duros, intensos, meritorios pero, al final, con menos talento, Redskins. Todo el aplauso para ellos, pero acabó ganando el mejor equipo.
O, al menos, acabó ganando el mejor jugador sobre el campo, Devonta Freeman. La exhibición del corredor de los Falcons son de las que elevan a un tipo a la categoría de estrella. Estoy seguro de que el que vea sólo las estadísticas, 153 yardas de carrera y 44 de recepción, me dará la razón. Pero el que haya visto el partido sabe que la sensación fue de mayor dominio aún. Pareció imparable, majestuoso. Conforme se iba embarrando el partido, al mismo ritmo que se apagaban las energías de los presentes en el campo, Freeman más tackles rompía y más yardas acumulaba en cada intento.
Y en modo alguno lo tuvo fácil. La batalla de trincheras la ganó Washington. Probablemente en los dos lados del balón, pero sin ninguna duda en lo que se refiere a la OL de los Falcons. Las yardas de Freeman fueron sufridas, ganadas por talento e insistencia, y en raras ocasiones gracias a unas puertas abiertas de par en par y con 20 yardas de campo abierto.
Matt Ryan tuvo un mal partido. Más allá del drive final en el tiempo oficial de partido, antes de la prorroga, y algún que otro pase desesperado a Julio Jones, que este transformó en yardas, algo que lleva haciendo todo el año, fue una comparsa del juego de carrera. Y cuanto más avanzaba el reloj, más se agudizó la tendencia. Con razón. Porque los Redskins no eran capaces de alejarse en el marcador y tampoco de detener a Freeman.
Pudo cambiar el equilibrio de poder, del lado de Washington, con los fields goals de Atlanta. Pero tres fallos les condenaron a ir por detrás en el marcador y, por lo tanto, mantuvo el status quo más tiempo de lo que dictaba el ritmo de juego.
Los buenos Redskins se fueron deshaciendo en ataque, con la defensa de Atlanta cerrando la carrera, y el martillo pilón de Devonta llevó el partido a un previsible desenlace que sólo se alteró con un drive final de Kirk Cousins que forzó la prorroga.
Sólo para alargar la agonía. En un partido sudado y peleado pulgada a pulgada, que decia Al Pacino en Un domingo cualquiera, el equipo que se estaba llevando las yardas que tenía a su alrededor acabó ganando de la forma más insospechada: con una intercecpión retornada para TD en la prorroga.
Ambas escuadras han de salir reforzadas de este duelo. Los Falcons son un legítimo 5-0; no sólo su defensa no se parece nada a la del año pasado, con unos fundamentos, tácticas y un nivel de motivación de otro nivel, sino que su juego de carrera va a convertirse en el mejor amigo de esa dupla mortal que forman Matt Ryan (no hoy, pero sí en general) y Julio Jones. Y los Redskins, que se quedan con un record de 2-3, ya han demostrado este año, por activa y por pasiva, que nadie les puede dar por ganados antes de empezar; es más de lo que muchos pensamos que serían.