Los Bills sonríen de nuevo gracias a unos lamentables Dolphins
Buffalo recupera la autoestima en Miami con una actuación que les devuelve a la categoría de principales perseguidores de los Patriots.
Dos ideas preconcebidas teníamos con los Buffalo Bills antes de comenzar la temporada, que eran un muy buen equipo pero que aún estaban lejos de poder molestar a los New England Patriots. Pues bien, en dos semanas consecutivas hemos podido comprobar la veracidad de ambas pues el equipo de Rex Ryan se recuperó de la dura derrota frente a los de Belichick con una soberbia actuación en Miami hoy.
De la misma forma, con los Miami Dolphins había que confirmar dos interrogantes, sí los grandes fichajes de la offseason iban a encajar en el grupo y si Joe Philbin al fin daría carácter al equipo. Y, vamos a decir que de momento, aquí también hemos salido de dudas. Pero para mal.
Los Bills aterrizaron en Miami con gesto de decepción. Se creyeron mejor de lo que eran y los viejos Patriots les pusieron en su sitio. tras esa decepción visitar a otro rival de división era un trago amargo. Pero recuperaron la autoconfianza gracias a su juego y, quizás en mayor porcentaje aún, gracias a la actuación de los Dolphins y a una sonora victoria por 41 puntos a 14.
En Buffalo todo empieza por correr en ataque y por intentar dominar en defensa con la línea. Dos de dos. LeSean McCoy y, sobre todo, Karlos Williams tomaron al asalto la primera mitad del partido. Entre ellos y Charles Clay, que se vengó de su anterior equipo de esta manera, movieron a los Bills con un Tylor Taylor muy cómodo. Que diferencia con la semana pasada. Philbin fue incapaz de plantear un partido acorde a lo que demandaba su rival. Suh fue tratado con un doble bloqueo continuo para el que no tuvo respuesta y, partiendo de ese desequilibrio, Taylor busco a McClain, el más débil de la secundaria.
En el otro lado del balón, la tremenda línea de los Bills mantenía a raya cualquier intento de mover las cadenas con alegría, y todo el ataque de los Dolphins quedaba a expensas de la conexión entre el QB y Jarvis Landry, único que buscó las cosquillas de la gran defensa de Buffalo.
Con ser todo esto malo, Ryan Tannehill decidió aportar su granito de arena al suicidio de su equipo y en los instantes finales de la primera parte cometió dos graves errores que llevaron a dos intercepciones, ambas evitables con cabeza y conocimiento del contexto (marcador y tiempo en el reloj) en el que se movía el partido. Perdían 0-17, quedaba un minuto y medio de primera parte... y dos intercepciones después iban 0-27. Uno de esos dos picks fue conseguido por Preston Brown, que sumaba su segundo del partido y que, en este caso, llevó hasta la end zone.
Todo pudo cambiar tras el TD de Miami que ponía el partido 27-8 pero en el siguiente rive, y como sucedió la semana pasada contra los Jaguars, un par de penalties derrotaron a los Dolphins. Es una epidemia. Es desastroso. ¿Cómo un staff técnico permite estas cosas? Por supuesto que las faltas son cosas de los jugadores, pero van dos semanas seguidas en la que los pañuelos amarillos en momentos específicos matan las aspiraciones del equipo. Y Philbin no parece ni siquiera tomar la más mínima de las medidas al respecto.
Muy mala imagen la que deja Miami tras este partido, que a buen seguro no hará sino ahondar en las historias y rumores de mal ambiente en el vestuario y en el calentamiento de lo que ya era uno de los sillones más al rojo vivo de la liga, el del propio Philbin.
Buffalo, por su parte, y tras el mal rato de saberse bien por detrás de los Patriots, tienen el legítimo sueño de pensar en ser los segundos mejores de su división. Y, tal y como han lucido los mejores de la conferencia americana, pensar en que eso de ser la franquicia de las grandes ligas norteamericanas que más tiempo lleva sin meterse en playoff se puede acabar este mismo año.