Ballers: los domingos sin football pero con football en la tele
Hazte rico, echa polvos y disfruta.
Es la consigna de la parafernalia del fútbol americano profesional, la que explora la serie ‘Ballers’ de HBO estrenada en junio y que ha llegado al final de su primera temporada con diez capítulos. ‘Ballers’ explora el estilo de vida que cualquier chaval se imagina en una carrera dedicada para jugar al football al más alto nivel posible en Estados Unidos. La fabricación del show viene de los productores ejecutivos de ‘El Séquito’ (Entourage), Rob Weiss, Mark Wahlberg y Stephen Levinson, por lo que los nuevos enterados de esta serie se pueden imaginar cómo es: ‘El Séquito’ pero en fútbol americano.
Los rookies os podéis quedar aquí porque vienen los spoilers. Los que ya la habéis visto (se puede ver en España) habéis asistido a uno de los éxitos de la HBO en la parcela de comedia, comedia-drama se podría llamar, de los últimos cinco años. La cadena por cable ha amasado unos 8,8 millones de espectadores por capítulo, un poquito por debajo de ‘Hung’ y ‘Sexo en Nueva York’.
Y es que ‘Ballers’, con ese balance entre comedia y drama, y un Dwight “La Roca’ Johnson en el papel de su vida, ha ganado crédito por hacer disfrutar a la audiencia al mismo tiempo de no tener miedo de enfrentarse a problemas reales de la vida de un jugador profesional que son motivo de polémica hoy en día: conmociones cerebrales, abuso de analgésicos después de la carrera, bancarrotas, vida extradeportiva desenfrenada, chantajes, drogas, prostitución… Pero no solo en la controversia reside que haya cuajado en la audiencia, sino también en reflejar el punto de vista de los jugadores, retratando el football como un sentimiento de orgullo y amor, en ese orden.
Es una serie que habla de la gente que da su vida por el fútbol americano y paga un coste humano por este juego a cambio de éxito, fama y dinero, y cómo todo eso puede ser tan fugaz. Se puede ir en un abrir y cerrar de ojos porque cualquiera en la industria camina siempre por un hilo muy fino, en parte por culpa del propio profesional, y ahí es donde la serie brilla de nuevo reflejando la increíble capacidad que tiene un ego para crear y destruir.
Claro, son problemas del primer mundo y problemas de los ricos. No es la mejor serie del mundo para retratar una realidad, no hay una sátira ácida ya que es una comedia con tintes dramáticos. Pero captura a la perfección la glamorización de la cultura de las celebridades en Miami, el sol de Florida, palmeras, ejecutivos con trajes perfectos que no sudan, muchas y bellas mujeres, coches de lujo y deportivos… una opulencia orgiástica a lo ‘Bad Boys’. Por el lado negativo, también se puede argumentar que enaltece esa cultura del híper-consumismo y logros materiales.
En su temporada rookie, ‘Ballers’ cumple con notable, aunque de cara al futuro presenta la flaqueza de que puede quedarse sin ideas. De momento raspa la superficie con disputas de contrato, problemas en el locker room y crisis de imagen pública porque, tal como están la NFL hoy en día, hay mucho más drama en la vida real que explotar. La serie tiene potencial si los guionistas salen (o quieren salir) del círculo vicioso de (1) comportamiento auto-destructivo, (2) recibir el correctivo de turno (normalmente del personaje de Spencer), (3) volver al comportamiento auto-destructivo, y así sucesivamente. En esa espiral, el personaje que resulta más interesante es Charles, básicamente porque tiene conciencia.
De cualquier manera, esperamos una segunda temporada ya confirmada por la HBO, porque lo que verdaderamente ha hecho ‘Ballers’ es rellenar los domingos sin football con football. O casi.