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Hard Knocks, capítulo 3: Bonita historia de los Houston Texans

Y al tercer episodio, Hard Knocks nos dio lo que estábamos buscando. Esta serie trata sobre contar una historia. Todas las buenas piezas televisivas lo hacen, ya sean de ficción o, como es el caso, las que usan la realidad como su materia prima aunque lo que nos muestren sea sólo una visión parcial y cocinada. Como debe ser, por cierto, que esto no es una crítica. Y la HBO se ha significado por saber contar historias tan bien, sino mejor, que cualquiera. Por eso este tercer capítulo de la décima temporada se alza, al menos de momento, como el gran ejemplo de lo que trata de conseguir Hard Knocks.

Es difícil saber quien es Kourtnei Brown. En tres temporada en la liga ha sido cortado en siete ocasiones. A partir de hoy no será fácil olvidarle. Como nos pasó en otros años con "The Terminator" o con "Seven Eleven". Jornaleros de la NFL que Hard Knocks metió en nuestras vidas.

El bueno de Kourtnei se nos presentó siendo abroncado por Mike Vrabel, entrenador de linebackers de los Texans. Vrabel, héroe de los Patriots y que forma parte de la numerosa porción del cuerpo técnico en Houston que tiene raíces en New England, es una de las grandes estrellas de Hard Knocks este año: deslenguado, chulesco, duro, pero parece que justo, tratando de enseñar lo que sabe y con gracia. Sobre todo en la imitación que Khari Lee hizo de su propio entrenador, con todo el equipo presente, y que resultó hilarante.

Durante todo el capítulo vimos que aplicaba "amor duro" a Brown. Le sacaba y le metía en el campo a berridos. Incluso le explicaba que cada jugada es clave para saber si sirve para jugar a esto o no. Kourtnei Brown, un chico que parece introvertido lo asume, cabizbajo, mientras sus compañeros le animan aquí y allá. Vamos viendo como puede acabar siendo cortado en breve...

... pero aún hay espacio para la alegría en la NFL y, magistralmente narrado, el crescendo del capítulo nos lleva la intercepción que consiguió frente a los Denver Broncos en el segundo partido de pretemporada de su equipo. Intercepción que retornó para TD.

Eso es Hard Knocks. Eso y ver la evolución de Charles James que le llevó a jugar de runningback a pesar de ser cornerback, a una estrella como Brian Cushing vomitando en el campo, J.J. Watt con su impresionante despliegue en la end zone, una visita a la NASA por algunos rookies, el primer corte de un jugador con la manera en la que general manager (Rick Smith) y entrenador lo afrontan, la vuelta al campo casi un año después de Jadaveon Clowney o el muy clásico espectáculo cómico-musical de los rookies que, para variar, fue muy divertido.

Narrar. Contar. Montar una película. Es por eso que uno entiende las reticencias de los entrenadores y los profesionales a la hora de dejar que las cámaras les graben de continuo, pero Hard Knocks jamás ha revelado ningún secreto sobre football: sólo nos ha acercado historias, contadas con mimo y paciencia, internas de un equipo de la NFL.

Por poner el ejemplo más evidente, y más importante, de esta semana en el equipo. Bill O'Brien ha elegido a su QB titular, Brian Hoyer sobre Ryan Mallett. Por supuesto, hemos visto la reunión, el momento, cómo se lo ha contado a ambos. Pero lo hemos visto precedido del entrenador en su casa celebrando el cumpleaños de su hijo de 13 años con parálisis cerebral. El contraste es un guiño evidente al espectador: de algo sumamente importante, de verdad, a algo sumamente importante, pero sólo para la NFL. Y HBO lo remata con un plano final de O'Brien yéndose por el pasillo, cerrando la puerta, tomándose su tiempo, para acudir a otro quehacer diario.

Bien jugado, Hard Knocks, bien jugado.