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SE RETIRA UN GRANDE

Troy Polamalu deja la NFL como una leyenda de los Steelers

El safety fue el icono de una defensa que participó en tres Super Bowls y que conquistó dos anillos. Se va tras 12 años en la liga, todos con el tradicional equipo de Pittsburgh..
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Actualizado a
El safety de los Steelers Troy Polamalu se retira tras 12 años en la liga.
George GojkovichGetty Images

Troy Polamalu lo deja. El strong safety de los Pittsburgh Steelers ha anunciado hoy que no volverá a jugar en la NFL. Pone punto y final a una carrera de doce años que le ha convertido en una de las grandes leyendas de una franquicia histórica y en el icono de una defensa que aterrorizó a los ataques de la liga durante toda a una década.

Las primeras reacciones a su decisión han sido las de sus propios jefes. Dan Rooney, dueño de los Steelers, aseguró: "ha sido un tremendo lider. Alguien que lideró con el ejemplo. Y no sólo como jugador de football sino también como persona". En sentido muy similar se expresó su entrenador, Mike Tomlin, que subrayó que "Troy es un brillante ejemplo de un hombre de football por la manera en la que amó este deporte, lo respetó y lo jugó. Es un Steeler legendario y una persona legendaria". La web del equipo se ha convertido en un monográfico sobre el ya ex-jugador.

Los números explican una parte de la figura de Polamalu: dos anillos, en las Super Bowls XL y XLIII; una final más, la edición XLV; ocho veces elegido para la Pro Bowl; cinco veces considerado All-Pro; un premio al mejor defensa de la temporada, en el año 2010; 32 intercepciones. Pero la grandeza de este strong safety no sería completa sino se contase, además, lo que significó como imagen de los Steelers.

Le oí decir una vez a Jorge Valdano que Roberto Carlos, aquel lateral izquierdo brasileño que enamoró al Santiago Bernabeu en los años 90, era único porque influía en los partidos muy por encima de lo que se consideraba normal en su posición. Esa misma sensación tenía yo al ver a Polamalu por el campo. Su capacidad de atraer la mirada del espectador no tenía parangón. Una vez la defensa de Pittsburgh se posicionaba en el campo todos los ojos iban al número 43.

No siempre es buena idea subir en el draft para escoger al jugador que quieres, pero no hay nadie en Pittsburgh que discuta que fue brillante dar su elección número 27 del año 2003, junto a una tercera y una sexta ronda, para llegar al puesto 16 de los Kansas City Chiefs y escoger a Troy Polamalu.

Su estilo de juego era agresivo, desde luego, pero no era eso lo que le hacía diferente. Tenía un sentido innato del juego que le hacía estar en el lugar en el que todo pasaba. Daba igual que fuera un pase al medio del campo que a la banda, daba igual que fuera una carrera con bloqueos zonales de la línea que un movimiento de engaño: las más de las veces aparecía Polamalu, indescifrable para los rivales, en el lugar correcto para acabar con la jugada. Su talento para leer la cuenta del QB en el snap le llevó a convertir su salto por encima de la OL en un movimiento con categoría de firma personal.

En Pittsburgh siempre han presumido de defensa, siempre han preferido el football agerrido de trabajadores que el de finos estilistas. En la última época gloriosa de la franquicia, la de los anillos de las temporadas 2005 y 2008, la defensa fue protagonista, y su imagen fue la de Polamalu. A ello contribuyó tanto su estilo de juego como su estética, sus rizos y su melena, sus piernas arqueadas, su correr paticorto, pero también su personalidad. Reservado, callado y solitario, sin escándalos ni titulares, sin levantar la voz nunca, y ejerciendo de líder espiritual de su hinchada. "Estamos muy bien pagados, pero me gusta sentirme como un obrero que va a su trabajo a hacerlo lo mejor posible", dijo para gozo de sus seguidores, de trabajadores de acerías e industrias pesadas. Él, que se crió en California y abrazó la cultura de Pennsylvania como si fuera suya.

Se va Troy Polamalu, un jugador único, especial, diferente. Se va un futuro hall of famer. Se va antes de que le corten, antes de tener que buscarse otro equipo. Se va, pues, con el milagro de haber estado una docena de años en la liga, siempre en el mismo equipo, y con la seguridad de pertenecer a la historia de una franquicia legendaria. Que se dice pronto.