Rory McIlroy-Sergio García: el arma de Europa para la Ryder

Un halo de optimismo rodea al equipo de Europa en la 40ª edición de la Ryder Cup, que comienza hoy en Gleneagles, el club escocés que en 1921 fue germen de esta competición. Allí jugaron por primera vez británicos y estadounidenses (ganaron los locales) y seis años después se creó la Ryder. Pero volvamos al presente. Ahora no juega Gran Bretaña, (desde 1979) lo hace Europa, capitaneada por Paul McGinley, un robusto irlandés que ve a sus chicos “ligeramente favoritos”.

El Viejo Continente ganó las dos últimas Ryder, la de 2012 con el Milagro de Medinah del comandante Olazábal (vicecapitán aquí), donde Kaymer remató una inverosímil remontada que ha creado “un clima especial entre los europeos”. “Nuestra fuerza es que doce se convierten en uno”, comentaba Thomas Bjorn, danés en un equipo con nueve nacionalidades y que, por ejemplo, reúne en una pareja a un escocés como Gallacher y a un inglés como Poulter, el jugador al que le cambia la mirada en la Ryder. “Hay muy buena química”, dice Sergio García, el español del grupo, hipermotivado como siempre (“me encanta esta competición”). A los 34 años, será su séptima participación y suma 18 puntos en 28 partidos.

Sabedor del amor de Sergio por la Ryder, McGinley ha decidido alinearlo en el último fourball de la mañana (09:20) con Rory McIlroy, el número uno del mundo que se une al tres en una pareja bomba. “Sergio es de mis amigos más cercanos en el Tour. No puedo tener mejor compañero”, decía Rors, enfrentado con Graeme McDowell, su antiguo partenaire.

García y McIlroy se baten con Mickelson-Bradley, una de las duplas más potentes de los americanos, con Tom Watson (ocho majors) de capitán y entre los que el Zurdo de San Diego hace de líder: “No somos favoritos. Faltan Dustin Johnson, Tiger o Dufner, pero lo pasamos bien juntos”. Cuentan con Fowler (con la palabra USA en su pelo), Spieth, Furyk, Bubba Watson... Calidad suficiente para voltear las apuestas.