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Golf | US Open

El monólogo de Martin Kaymer en Pinehurst tuvo un final feliz

Luchando contra su mente robótica y sin ningún rival, ganó el US Open en un monólogo presentado en puro alemán, su segundo 'mayor', tras el PGA de 2010. Sergio acabó en +8.

Kaymer choca el puño con su caddie, Craig Connolly.
Kaymer choca el puño con su caddie, Craig Connolly.

El recorrido número dos de Pinehurst amaneció menos fiero para la jornada final del US Open, algo que allanó, aún más, el camino a Martin Kaymer. El alemán salía con cinco golpes sobre Compton y Fowler, y sobre él sólo recaía la maldición que ha visto a estrellas como Norman, Mickelson o McIlroy tirar majors el día final como si fuesen amateurs. Pero ni eso: acabó con ocho golpes sobre ambos. El de Dusseldorf ya tiene el segundo grande de su carrera, tras el PGA de 2010.

Kaymer se mueve en la dicotomía control-libertad. Es muy perfeccionista y cuida al extremo los detalles. “Creo que es la forma de ser de muchos alemanes”, afirma el exnúmero uno del mundo, que administró sin excesivos problemas la ventaja de las dos primeras vueltas, en las que batió el récord del torneo en 36 hoyos (130 golpes). Aunque nunca perdió el primer puesto, su intento de ser conservador le pudo jugar una mala pasada. Se dio cuenta: “Si te defiendes, pierdes libertad, y eso el swing lo nota. No se puede controlar todo en un campo de golf”. Y así, luchando contra su mente robótica y sin ningún rival para su brutal nivel, ganó el US Open en un monólogo presentado en puro alemán. Sergio acabó en +8.