Golf | US Open
McDowell encuentra el antídoto y Kaymer toma ventaja
El norirlandés, autor de putts inverosímiles que han valido torneos y hasta una Ryder (2010) estudió meticulosamente el campo de Carolina del Norte.
Graeme McDowell, un norirlandés sumamente competitivo y aficionado del Manchester United, sólo tiene un major en su palmarés y es el US Open. Lo ganó en 2010, en el campo de Pebble Beach, un ‘coco’ de las dimensiones del número dos de Pinehurst, recorrido estilo vintage donde se desarrolla esta edición. Y GMac fue uno de los únicos hombres capaces de hacerle ayer 68 golpes (-2) a los 18 hoyos de este peculiar escenario.
El norirlandés, autor de putts inverosímiles que han valido torneos y hasta una Ryder (2010), no sólo es rabia y temple de hierro, sino que también estudió meticulosamente el campo de Carolina del Norte: “Los últimos días me he dedicado a prepararme mentalmente para este reto. Sabía que Pinehurst no iba a dar mucho y sólo castigaría. Por eso tengo mi cabeza en el lugar correcto, porque sé que no tengo que golpear la bola de forma increíble, sino colocarla en el lugar adecuado en cada momento”. Su vuelta fue escueta, con un eagle, un birdie y un bogey, y confesaba el secreto del campo: “Te tienta a cometer errores porque crees que los greenes son más asequibles”. En la jornada de mañana sólo Kevin Na, un estadounidense de rutina lenta, pudo seguirle el ritmo. Por la tarde, el alemán Martin Kaymer, exnúmero uno del mundo (-5) y autor de otro putt decisivo en una Ryder (2012), mostraba que su juego ha vuelto a su nivel tras tiempo en la sombra. Hizo tres birdies en los últimos cinco hoyos. Esta temporada ya ganó en The Players. "Aquella victoria me devolvió la confianza", decía el alemán.
Españoles. Más lejos acabaron los españoles. Pablo Larrazábal fue el mejor con +1, un gran papel para su debut en este exigente major. “Ha sido un gran comienzo para mí, sólo hice dos bogeys. Podría haber sido mejor, pero estoy feliz”, decía el barcelonés, un jugador agresivo, que disfruta de su estreno. Miguel Ángel Jiménez acabó en 72 golpes, con +2, menos fino de lo que acostumbra, pero salvando el día como Sergio García, que en +3 se sobrepuso a sus molestias en la rodilla, aunque decía: “La mala noticia es que no jugué todo lo bien que deseaba”.