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FORO 2014-AS

Petitbó: "Messi y Ronaldo se benefician el uno al otro"

El catedrático defendió en el Foro 2014-AS que “las virtudes de la competencia” en el ámbito empresarial son trasladables al deporte. También incidió sobre la inclusión social.

MadridActualizado a
Amadeo Petitbó, protagonista del Foro 2014-AS
Jesús Rubio

Hay que creérselo”, con esta frase de José Luis Sáez, presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB), en un vídeo promocional con una enorme carga social, arrancó ayer el Foro 2014-AS. Amadeo Petitbó (Barcelona, 1946), director general de la Fundación Rafael del Pino, dedicada a la formación de dirigentes españoles, era el ponente. El título: ‘Deporte y Liderazgo’.

Petitbó habló de liderazgo, algo tan necesario en el mundo empresarial como en el deporte. Y también de competencia, que conoce muy bien como expresidente del Tribunal de Defensa de la Competencia. ¿Y qué mayor competencia en el deporte actual que ese duelo futbolístico entre Messi y Cristiano Ronaldo? Petitbó aludió a él durante su intervención.

“El deporte conlleva riesgo, pero hay que convertir ese riesgo en una oportunidad. En un mundo tan competitivo como el deporte, sucede igual que en el empresarial. No sólo se compite para ser el mejor, sino que además se quiere ser la referencia indiscutible. Un ejemplo son jugadores como Messi y Ronaldo: ambos compiten para ser la referencia y eso beneficia a ambos, el uno al otro, y también a sus equipos. Si hubiera sólo uno, el resultado no sería tan bueno”, analizó Petitbó, que aclaró que él siempre fomenta la competencia, “incluso entre los estudiantes”.

Mourinho y Del Bosque

No fue la única mención al fútbol durante el foro. Ya en el turno de preguntas cayeron dos sobre Mourinho. La primera, de Juanma Trueba: “¿Qué estilo de liderazgo prefiere: Mourinho o Del Bosque?”. Respuesta de Petitbó: “De fútbol sé muy poco. Pero no me gustan las personas que meten el dedo en el ojo. Lo demás lo dejo aparte. En las empresas funcionamos con currículos y ambos son excelentes, aunque yo me sentiría más cómodo con Del Bosque”. La segunda vino a través de as.com: “De uno a diez, ¿cómo califica a Mourinho como líder?”. Petitbó: “No tengo duda, me gustará o no, pero como líder es un diez. A veces hace gracia, y a veces no. Pero sale más en la prensa que el presidente del Gobierno”.

Pero nos hemos adelantado mucho. Volvamos al principio. Sáez dio a Petitbó la asistencia inicial: “La Federación tiene dos metas. La primera: ganar la calle para que el baloncesto llegue a la última esquina. Y otra, más importante, demostrar que el deporte es una herramienta de transformación social”.

Petitbó, exjugador de baloncesto durante sus estudios en los Escolapios, se tomó como un reto hablar de deporte, una actividad que admitió no conocer en profundidad. “Comparto con Sáez que es un elemento de transformación e integración social, y si las autoridades lo entendieran, algunos ministerios como Sanidad tendrían menos gastos”, arrancó este licenciado en Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales por la Universidad de Barcelona.

“Deporte y liderazgo están relacionados. Y añado la inclusión social. Un país moderno debe tener líderes que tomen decisiones sin miedo. Y en deporte, y en particular el baloncesto, la toma de decisiones es importante, porque además tienen que ser rápidas. El deporte no se entiende sin liderazgo. Sin liderazgo no hay competición, y sin competición no surge el líder”, explicó Petitbó. “Hay muchos tipos de líderes, pero con un punto común: emanan autoridad. Sin autoridad no hay liderazgo. Se pone al frente, toma decisiones. Y si fracasa, vuelve a intentarlo”.

La inteligencia emocional

Petitbó resaltó “la inteligencia emocional”. Y citó un estudio que asegura que la emoción corresponde al 77% de la capacidad de la persona. “La inteligencia emocional sirve para perseverar pese a los fracasos, si fallas un tiro libre el siguiente te planteas meterlo, regula los estados de ánimo, evita la angustia, no nos dormimos en el éxito. Y sobre todo, para liderar hay que tener la capacidad de la relación con los demás. Los que la desarrollan, triunfan en la vida. Con inteligencia emocional, tienen más ventaja”.

Tras la inteligencia emocional, Petitbó se refirió “a la inclusión social”. “Menciono a colectivos diversos: discapacitados, parados, inmigrantes, mujeres maltratadas, jóvenes con problemas… Colectivos numerosos, millones de personas. Y a este amplio grupo se puede añadir a personas de salud precaria, exreclusos, alcohólicos… Un colectivo al que hay que prestar atención, y ellos prestársela a sí mismos. Afecta a todos los ciudadanos”.

“Es más fácil hacer políticas sociales sin crisis, pero la crisis también enseña”, prosiguió Petitbó, partidario de implicar al sector privado en estas actividades, “aunque debe recibir algo a cambio, ventajas fiscales, que al final van a suponer un beneficio para el Estado”.

“Y ahora vayamos al deporte”, anticipa Petitbó. Y enumera una serie de sus bondades, “que enseña estrategia, da seguridad y disciplina, enseña a liderar, a conocer las limitaciones y a superarlas… Y ayuda a la integración, por eso su práctica debe ser fomentada. Un entrenador de cualquier deporte que suponga mucha competencia, puede ser un gran empresario, sólo tiene que cambiar el espacio. La actividad deportiva implica organización y eso requiere liderazgo. El deporte exige dirigentes que sepan motivar y tomar decisiones”.

“El liderazgo tiene mucho que ver con el cambio”, continúa el director general de la Fundación Rafael del Pino. “El cambio es el motor del progreso, y debe ser inducido siempre por un líder. Si en el mundo empresarial no prestas atención al cambio, te quedas fuera del mercado. Como mínimo, exige adaptarte al nuevo escenario, aunque así no vences. El verdadero líder, empresario o deportivo, hace otras cosas porque se anticipa al cambio y lleva la iniciativa. Por eso el empresario puede aprender del deportista, y también al contrario”.

El ejemplo de Fosbury

Amadeo Petitbó pone un ejemplo histórico sobre uno de esos ‘cambios’ liderados por un deportista: “Allá por 1968, un año muy movido, hubo un saltador de altura, Dirk Fosbury, que ganó la medalla de oro olímpica en México, pero sin batir el récord mundial. ¿Por qué ganó? Porque utilizó una técnica distinta. En el colegio hacíamos la técnica de tijera, aunque era más exitoso el rodillo ventral. Pero él usó su propia técnica, que luego copiaron todos, y esa fue también su desgracia. Las bondades de su técnica eran tan evidentes, que en los siguientes Juegos ya todos saltaban así. En Múnich 1972, Fosbury ni siquiera se clasificó”.

“El deporte no sólo sirve para hacer más fuerte el cuerpo, también para ser más resistentes, para mejorar la salud... Los ministerios de Sanidad deberían subvencionar a los organismos deportivos. No sólo sirve para la integración social, sino para reducir los gastos sanitarios, y también para fomentar el espíritu competitivo, tan importante para el mundo empresarial”, agregó Petitbó.

Como cierre de su ponencia, el catedrático reincidió en una idea sobre la situación económica actual: “Vamos a salir reforzados de la crisis. No será fácil, pero las empresas saldrán con mayor potencia. Y los deportistas van a salir con nuevos bríos. Cuando Sáez hablaba de la responsabilidad corporativa, hablaba de generosidad. Einstein dijo que estamos en el mundo para ayudarnos unos a los otros. Y esa debe ser nuestra meta, esforzarnos en servir a los demás. Por cuestiones éticas, sí, pero también pragmáticas”.

El mecenazgo y el tramposo Armstrong

Ya en el turno de preguntas, Petitbó abogó por una Ley de Mecenazgo: “Soy partidario de que los países tengan pocas leyes, pero muy claras y que sean fáciles de cumplir. Una nueva ley de mecenazgo bien hecha resolvería muchos problemas. Y tendría que ser una ley amplia para que dentro puedan caber todos, desde las fundaciones hasta las organizaciones deportivas”.

También surgió el nombre de Lance Armstrong, repudiado por sus trampas después de haber sido un gran líder deportivo: “La ley de defensa de la competencia habla de competencia desleal. El deporte también debe llevarse sobre la práctica de la lealtad. Todos juegan en el mismo espacio, con los mismos instrumentos. Armstrong sacó ventaja competitiva a sus rivales con productos prohibidos. Se saltó un reglamento que otros sí cumplían… En estos casos me pregunto si se debería aplicar el Código Penal para indemnizar al segundo”.

Como cierre, José Luis Sáez preguntó por la “resistencia al cambio, que es algo muy común en el mundo del deporte”. Y Petitbó fue rotundo: “Resistirse al cambio es morir”.