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Ciclismo | Vuelta a España

Aquí un campeón

Fabuloso ataque de Heras: ganó la etapa y sentenció la Vuelta.

Actualizado a
<b>INMENSO. </b>Roberto Heras, jaleado por los aficionados que se dieron cita en la última subida, camino de la cumbre en el puerto de Pajares.
dani sánchez

No fue un gesto, fue una gesta. Fue el premio por no rendirse, por buscar todas las soluciones posibles, por ser valiente. Si no puede ser subiendo, será bajando. Aunque eso signifique jugarse el tipo, desaparecer en una curva, conocer un valle, perderlo todo. Ya se lo vimos a Indurain en los tiempos gloriosos y recientemente hemos asistido a la irrupción de especialistas en la materia como Savoldelli (dos Giros), el último rey del descenso, el ataque sigiloso, el crimen sin testigos, ese duelo que no afecta a las pulsaciones sino a los impulsos.

Menchov tuvo miedo. Si se hubiera caído, tendría la gloria intacta o al menos compartiría la gran frase que patentó el inolvidable Zülle en circunstancias parecidas ("agua, culo, flores"), pero ahora su frágil confianza de ruso habrá estallado en mil pedazos y es fácil que piense que nunca podrá ganar una gran carrera o que nunca podrá hacerlo sin equipo.

Cuando atacó Heras en el descenso, Menchov no se atrevió a seguirle. Antes había respondido a sus mil ataques en la subida a la Colladiella, pero entonces debió pensar en los riesgos de un asfalto húmedo y unas curvas tenebrosas o en los 20 kilómetros de llano que enlazaban con el último puerto. Pensó. Mal asunto.

A 40 km de meta, nada más finalizar la bajada, Heras aventajaba al líder en 30 segundos. Por delante, cabeza de carrera, circulaban una veintena de ciclistas entre los que había nada más y nada menos que cuatro ciclistas del Liberty (Beloki, Scarponi, Caruso y Vicioso) ansiosos por recibir noticias. Y por fin las tenían: viene Heras. Ni Menchov ni su equipo fantasma se percataron de un movimiento tan evidente como brillante. Bravo por Saiz.

Los destrozos que había provocado en la Colladiella (Mancebo entre ellos) dejaron al ruso en la única compañía de Sastre y su compañero Sorensen, que tiraba de ambos. Pero los destrozos en la moral de Menchov ya eran irreparables. Le costaba incluso seguir el ritmo que le marcaban. A 25 km de meta, la ventaja de Heras, que aún no había alcanzado a sus compañeros, era de 1:20, nuevo líder virtual. Cuando llegó el jefe, los libertys volaron.

A 6 km de la cima Heras se quedó solo y bajo la lluvia completó su exhibición. Salvo maldición ganará su cuarta Vuelta, la más hermosa. Sastre perdió 3:47, Mancebo 4:47 y Menchov 5:17. TVE perdió la ocasión de ofrecer en directo un momento épico del ciclismo español, ese ataque cuesta abajo. Tantas horas sin sustancia para ausentarse al fin cuando llega la hazaña.