En vísperas de la pasada Nochebuena, Lorenzo Bernucci se cayó mientras se entrenaba. Perdió el control de la bicicleta en el descenso de un puerto. Era un día de lluvia, como el que se vivió ayer en el Tour. Se rompió la rodilla izquierda (40 puntos de sutura), se fracturó la clavícula izquierda y se destrozó la mano derecha. Pasó la Navidad en una silla de ruedas, con una pierna y un brazo escayolados. Tardó cuatro meses en volver a competir. Es fácil imaginar lo que se le pasó por la cabeza a Bernucci cuando entró en esa pista de patinaje que era la última curva.
Allí se estrelló primero Mengin, que mantenía la cabeza de la carrera de forma agónica, después de meterse en una escapada en el kilómetro 38. Y allí se salvó de milagro Vinokourov, que había atacado al pelotón (y a Armstrong) y se disponía a rebasar a Mengin. Sin embargo, en su intento por mantener el equilibrio, el kazajo perdió un tiempo precioso que aprovechó Bernucci para sacar ventaja y conquistar a sus 25 años su primer triunfo como profesional. Muchos de los corredores que venían por detrás se estamparon contra la valla, que carecía de protecciones. La zona se convirtió en un amasijo de ciclistas y bicicletas, hasta 30 corredores se fueron al suelo.
Apenas se lo podía creer Bernucci cuando cruzó la meta, por eso miró hacia atrás mientras se besaba el anillo, al estilo Raúl, para dedicar el triunfo a su novia Valentina. Suele ocurrir. Un mal día se te atasca la suerte y un buen día se rompe la cañería y se te inunda la casa de Valentinas. Otros disfrutan de agua corriente todo el año. Corrientita.
Vinokourov arañó a Armstrong 19 segundos, los siete de ventaja y los 12 de bonificación, lo que le deja en la clasificación general a 1:06 del líder. El gesto vale más que el premio, pero nos confirma que el campeón de Kazajistán no tiene miedo a atacar, aunque sea jugándose el pescuezo. Por si no se terminan de situar, Kazajistán linda con Kirguizistán, donde nació el balonmanista Talant Dujshebaev, ahora español de La Mancha.
Fue una jornada marcada por la lluvia. Suele hacerlo en la región de Champaña, donde comenzó la etapa. Por tal motivo, los cosechadores del lugar regalaron a Armstrong su peso en vino espumoso, lo que tampoco supuso un gran dispendio, pues ni había muchos kilos en juego ni botellas de Moët & Chandon. Ya digo que a los franceses no les cae especialmente bien el americano.
El gafe.
Desde los primeros kilómetros se vio que tampoco sería el día de Ivan Basso, otro de los favoritos para plantar cara al temible líder. El italiano acumula últimamente todo tipo de problemas y cuando no pincha, se ve envuelto en una montonera o se le cae un compañero (Zabriskie). Ya hay quien sospecha que Armstrong no es cowboy texano sino brujo sioux.
Como queda dicho, Mengin, de 36 años, fue el verdadero animador de la etapa, primero por provocar la fuga y luego por escaparse de los escapados. Al final explicó que ayer lo había intentado porque vive en Nancy, donde acababa la etapa, y ni corto ni perezoso aseguró que lo volverá a intentar en los Vosgos, porque nació allí. Siempre hay un motivo.
El Tour llega hoy a Alemania, a Karlsruhe, la ciudad donde nació el constructor de coches Carl Benz, el hombre que hizo famosa a su hija Mercedes. Por razones de paisanaje, se espera movimiento del T-Mobile de Ullrich. Los ciclistas cuidan estas cosas: cuando pasan por su pueblo siguen saludando al cura.
Lorenzo Bernucci "Soy un hombre de equipo"
Llevo cuatro años de profesional y por fin he logrado mi primera victoria. Si no he vencido más es porque soy un hombre de equipo. Esta victoria no me va a cambiar, porque voy a seguir ayudando a los compañeros o bajando al coche a por bidones cuando sea necesario. Soy un rodador con punta de velocidad y me gustan las clásicas del norte. Ayer no tenía previsto atacar, pero me vi delante y probé. La caída de Mengin frenó a Vinokourov y me vi favorecido".
