Yo Digo Tomás de Cos

Lágrimas de adiós

Tomás de Cos
Director adjunto de estrategia en Diario AS. Media vida en AS.com como redactor, bloguero, portadista, jefe de producto, editor jefe de América, subdirector o director de estrategia digital y expansión internacional. Impulsor de las ediciones internacionales de AS y sus verticales. Amante del deporte y sus valores. Fanático del tenis.
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Los años no pasan en balde, ni siquiera para el gran Andre Agassi (Las Vegas, 1970), que se despidió de Roland Garros antes de lo previsto y entre lágrimas. El intenso dolor que el norteamericano sufre desde hace tiempo en la espalda explica a medias la dolorosa derrota encajada ante el finés Jarko Nieminen. La otra mitad del porqué hay que buscarlo sin lugar a dudas en su veteranía. Su verdugo en primera ronda –58 del mundo y procedente de la fase previa-, pese a no ser de los más jóvenes del circuito, apenas se iniciaba en el manejo de la raqueta cuando el entonces pelilargo y teñido Agassi se tornaba en estrella.

Todo apunta a que Agassi le ha llegado la hora del adiós. Una decisión que ha estado postergando merced a su incomparable talento natural. El mismo en el que se apoyó con asiduidad a lo largo de su carrera, para tratar de disfrutar de los placeres de la vida que quedan habitualmente vedados para los deportistas de élite. Sin duda, esos pequeños caprichos, junto a su personalidad afable y divertida, catapultaron su carisma y su fama y le permitieron convivir, sin verse empequeñecido, con la alargada sombra de su compatriota Pete Sampras.

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El de Las Vegas es alguien mundialmente reconocible, casi familiar, a quien hemos visto suavizar sus modos –en sus inicios muchos lo comparaban con "superbrat" McEnroe- al mismo tiempo que perdía su cabellera. Un deportista a quien el tiempo y su buen hacer han convertido en mito, en ejemplo a seguir. Méritos no le faltan. A sus 35 años, en su currículum figuran 58 participaciones y 8 triunfos en torneos Grand Slam (Abierto de Australia 1995, 2000, 2001 y 2003, Roland Garros 1999, Wimbledon 1992 y US Open 1994 y 1999), 59 títulos individuales, un balance de 844 victorias por tan sólo 263 derrotas y casi 30 millones de dólares en premios. Pero por encima de sus éxitos, permanecerán su imagen y su forma de jugar, que aumentaron la espectacularidad del tenis y extendieron sus tentáculos. Bajo su reinado el tenis se hizo mediático.

Todo apunta a que Nieminen ha correspondido el honor –ha declarado que es su "victoria más importante en su carrera"- de poner el punto final a las correrías de Agassi sobre la arcilla de París, sin duda la más exigente superficie del circuito cada temporada y a la que fue mirando con mejores ojos con el pasar de los años. Las lágrimas del campeón, mezcla de dolor y tristeza, incrementaron la emotividad de la escena. Pero con un poco de suerte e inyección de cortisona en el nervio ciático mediante, podremos disfrutar de sus precisos golpes y su extraño e inquieto caminar sobre la hierba londinense.

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