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Queiroz acierta en lo difícil y falla en lo fácil

Queiroz acierta en lo difícil y falla en lo fácil

Cuando Florentino decidió no renovar a Del Bosque me pareció que corría un gran riesgo. Lo que estaba haciendo Del Bosque no se valoraba, pero era de un mérito excepcional: manejar los egos de tantas megaestrellas, metidas todas en una plantilla. Nunca en la historia del fútbol se había hecho tal experimento, y la experiencia nos viene a señalar que todo entrenador que tiene una estrella tiende a chocar con ella. De hecho casi todas las del Madrid han venido huyendo de un entrenador: Ronaldo de Cúper, Roberto Carlos de Hodgson, Zidane de Lippi, Beckham de Ferguson.

Bueno, pues ha llegado Queiroz y ha manejado bien ese peliagudo asunto. Las estrellas encajan, están satisfechas y rinden. Les consiente, claro, como hacía Del Bosque. Ni concentraciones ni gaitas. Por eso, una vez resuelto lo difícil, lo que que choca es que falle en lo fácil: en dar aire a la cantera y en acompañar con sus palabras y sus actitudes la política del club. La cantera juega poquísimo. Descontado el hallazgo de Raúl Bravo como central, la verdad es que Borja, Núñez, Rubén y hasta Portillo son tratados como apestados. Solari y Cambiasso están claramente delante de ellos.

Y luego viene el tema de sus declaraciones. Cada vez que habla sube el pan. Las últimas, a Alberto Cerrutti en La Gazetta, son un compendio de todo lo que el club no querría escuchar a su entrenador: que el Balón de Oro debe ser para Maldini (y no para un galáctico, va implícito) que la figura en la Eurocopa será Cassano (y no un galáctico, de nuevo va implícito) que no tiene plantilla para hacer rotaciones, que Zidane debería trabajar más... Todo contrario al mensaje que pretende lanzar el Madrid: los mejores jugadores están aquí, la cantera es suficiente para las demás necesidades.