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Cero goles pero mucha miga

No hay duda: Milito es un gran jugador. Y un tipo admirable, a la vista de cómo reaccionó al mazazo de su imprevisto descarte por razones médicas cuando ya tenía pie y medio en el Madrid. No dijo ni pío, aceptó la pésima noticia y al momento se puso a pensar en su futuro. Y su futuro, hoy presente, es el Zaragoza, donde hace una excelente pareja con Álvaro, bien respaldados además por Láinez. Milito era la primera gran curiosidad del partido, y él estuvo a la altura. Así juega un central: con atención, rapidez, técnica, sin alharacas, sin descomponerse, sin ceder nada.

Ante esa pareja Milito-Álvaro el Madrid se quedó sin marcar, y ya es noticia. Eso pasa pocas veces. Este año es la segunda. La otra fue en Valencia. Para Ronaldo es el tercer partido consecutivo sin gol. Mala racha. Queiroz le cambió por Solari, y nos dejó cierta impresión de estar jugando con fuego. En Ronaldo es mejor confiar, porque su potencia de tiro y su sentido del juego en el área siguen ahí, aunque esté en un visible bajón físico. Y, de cambiarle, mejor directamente por Portillo, que se está consumiendo a pasos agigantados, con la idea de que el entrenador no le tiene fe.

Y el partido dejó más cosas: Corona está cuajando en un buen jugador, y todo el Zaragoza está bien armado, pero le falta contundencia arriba. Helguera ha perdido el sitio en la media: parece como si nunca hubiera jugado ahí. De repente se ve bailando entre una media en la que no se encuentra y una pareja de centrales, Pavón-Raúl Bravo, consolidada. Guti tiene calidad para regalar y en días así se lamenta que no juegue más. Beckham se nota mucho cuando está y mucho cuando no está. Raúl falló la ocasión de la noche. Se echó encima de Láinez y ya se sabe: cerca del portero, lejos del gol.

Helguera jugó pese a estar lesionado

Iván Helguera reveló en El Larguero, minutos después del partido, que no estaba en condiciones de saltar al campo, pero que Queiroz le insistió en que lo hiciera. "Arrastraba un golpe en el nervio ciático desde el encuentro ante el Partizán y no sentía la pierna para nada. Por eso trataba de dar la pelota cuando la recibía. Hasta el último momento fui duda, pero hablé con Queiroz y decidió que jugara el encuentro. Le tenía que decir a Guti que la llevara él porque yo no podía golpear fuerte el balón".