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Un adoquín en la estrategia de Florentino

De repente ha irrumpido en el fútbol europeo un elemento extraño: Abramovich. Este supermillonario ruso no ha tenido reparos en gastarse en pocos meses doscientos millones de euros. Primero, 45 para comprarse el Chelsea y luego, 155 para llenarlo de jugadores de prestigio. David Dein, vicepresidente del Arsenal, fue el primero en dar la voz de alarma. "Me siento como si tuviera un tipo en el jardín de mi casa, bombardeándome días y noche con billetes de cincuenta libras". Pero no sólo el Arsenal, vecino del Chelsea, sufre el caso. Nadie está libre del ataque de Abramovich.

Y tampoco el Madrid. Ya ha sufrido en sus carnes el asalto a un jugador titular, Makelele. Y aunque salió bastante bien librado del caso (cobró mucho por el jugador y su baja, de momento y contra todo pronóstico, no se ha notado) el problema sigue ahí. Ahora Abramovich tienta a Salgado, que está por renovar. Y a Roberto Carlos, al que queda un año y medio. Y se teme que aparezca con tentaciones para otros, quizá Beckham, o Casillas, o el mismísimo Ronaldo. Se sabe que tentó a Raúl y que salió escaldado, pero el hecho de que lo intentara indica que está dispuesto a todo.

Además, los agentes han encontrado el cielo abierto desde su llegada. Con la recesión llegó la sensatez y el mercado se está parando. Los agentes, que viven de mover jugadores de aquí para allá, acuden ahora todos a Abramovich como moscas a la miel. Competir con él sería salirse de la lógica del mercado y eso es algo que Florentino no piensa hacer. Su esperanza es que sus jugadores prefieran jugar en el Madrid mejor que embarcarse en una aventura incierta, que puede durar lo que le dure el capricho a Abramovich. Pero el peligro existe y el Madrid puede perder algún titular más.