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Mejor siete a dos que dos a cero. ¿O no?

Fue la exageración del modelo. Todos los galácticos en línea de combate. Cansados o no, en forma o no tanto. Y detrás, ni Makelele, ni central nuevo, ni siquiera Helguera. Y muchos canteranos, unos de salida y otros luego. El Madrid acabó con Casillas, Pavón, Raúl Bravo, Borja, Núñez, Guti y Raúl en el campo. Estadio lleno, muchos goles (algunos fabulosos), Raúl batiendo un record de Puskas (casi nadie al aparato) y un palco henchido de poder y satisfacción. Casi era una prolongación de la boda de la víspera. El fútbol como fiesta integral. El sueño de Florentino.

Hay que aplaudirle al presidente del Madrid la firmeza en su modelo, que va sacando adelante contra las reticencias incluso de algunos de sus colaboradores más directos. El tiempo le da la razón. Mejor ganar siete a dos que dos a cero. Al Madrid le hacen muchas ocasiones, pero eso va en general más en gloria de Casillas que en estropicio de resultados. Y la llamada de ese hecho excepcional, de este equipo que reúne a los mejores del mundo, que juega generoso, sin cautelas defensivas, que devuelve tres golpes por cada uno que recibe, alcanza un eco cada vez más universal.

Y ese eco universal debe servir para allegar fondos que permitan mantener este hermoso modelo a salvo del único enemigo que tiene: Abramovich. Un supermillonario que gana 400 millones cada seis meses, que se ha comprado el Chelsea y que lo ha llenado en pocas semanas de jugadores de alto copete, comprados aquí y allá. Si los resultados no le acompañan como él espera, su siguiente paso será asaltar al Madrid. Pero no en busca de otro Makelele, sino de los rutilantes galácticos. Por eso Florentino ya tiene un plan para duplicar sus ingresos en cuatro años.