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La noche que necesitaban Queiroz y Beckham

El Madrid necesitaba mucho algo así, para quitarse la mala imagen de sus partidos en Valencia y Mallorca. Una noche feliz, ante su público, con Beckham jugando hasta el 90’, sacando córners y faltas, y hasta metiendo un gol. Con un titulito al final, celebrado como Dios manda, ahora que no está el malage de Hierro y se puede. Con gol de Raúl, que lo venía necesitando, y de Ronaldo, que así empieza la cuenta hacia sus cuarenta. Y con algunas intrigas pendientes: el futuro de Makelele y la polémica sobre el central, que Queiroz está dispuesto a llevar a las últimas consecuencias.

El Madrid fue otro. También el Mallorca fue otro. El fútbol admite muy bien el principio de los vasos comunicantes. En la isla el Madrid fue un barullo y el Mallorca creció mucho gracias a eso. Anoche Figo se fue a la izquierda (al menos el primer tiempo), Beckham a la derecha y el equipo distribuyó los espacios. No fue un prodigio de orden, pero tampoco el puré informe de la ida. Además tampoco Ibagaza fue el mismo. Jugó, pero un poquito reservón. Y, sobre todo, el Madrid puso entusiasmo e interés. Y en fútbol, a igualdad de entusiasmo, los once mejores les ganan a los once peores.

Pero es evidente que el Madrid está muy lejos de tener una estructura formal de equipo. Ni siquiera tiene unas mínimas pautas de prudencia (hubo jugada que reunió a Michel Salgado y a Roberto Carlos en la media luna del área rival). Y no tiene seguridad defensiva. El resultado final, tan plácido para el Madrid, está muy maquillado por una soberbia actuación de Casillas, colosal. El equipo cierra poco y mal y da muchas ocasiones incluso a enemigos debilitados y sin moral. Falta Makelele y falta un central. Porque lo que no se ve por ningún lado es remedio táctico al viejo problema.