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Moro, feliz cumpleaños

No me importa que me tachen de ventajista. Fernando Morientes, a pesar de que muchos incautos como yo ya lo habíamos enterrado, está vivito. Y coleando. Y goleando... En uno de esos partidos plagados de trampas con arenas movedizas, bajas forzadas por el sandwich FIFA (Zizou, sin ti el Madrid esteriliza su fútbol) y con un rival digno y bien armado que estuvo a punto de echar al Galaxy Team un cubo de chapapote sobre sus aspiraciones al título liguero, tuvieron que ser dos actores secundarios como Morientes y Portillo los que firmasen una remontada con sabor a alirón. Ellos sacaron la casta de ese toro del que habló en Manchester O Rei Di Stéfano.

El Moro, que es como el Sur (también existe), se reivindicó en el día de su 27 cumpleaños con una aparición explosiva y heroica. En su primer balón puso su esbelta cabeza para borrar la sombra siniestra del 0-1 y demostrar que Segura no era tan seguro como parecía. El 1-1, posiblemente injusto, espoleó al otro killer del área que habitualmente chupa banquillo. Portillo, que por las noches canta sus goles entre sueños, cabeceó el 2-1 como marcan los cánones. Picado y pegado al palo.

Con el ejército rayista cautivo y desarmado, Morientes puso la rúbrica de seda a su mágica aparición con un gol académico: desmarque y derechazo. El 3-1 fue excesivo, pero revela una realidad. El Madrid padece el defecto Ronaldo. Paradójico pero cierto. El brasileño es el mejor nueve del mundo, pero cuando está con la caraja... no está. Por eso, Del Bosque hizo bien en sacar a toda la manada en el arreón final. Morientes y Portillo, cada uno a su estilo, no han perdido el hambre. Sus goles también valen una Liga.