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Un feo desliz de Jacques Rogge

Ha dicho Jacques Rogge, en declaraciones a una radio berlinesa, que cabría considerar la expulsión de Iraq del COI. El presidente del Comité Olímpico Iraquí es uno de los hijos de Sadam, tan indeseables todos como el padre. Se han dado con frecuencia casos de malos tratos a deportistas iraquíes por actuaciones decepcionantes a ojos del hijo del sátrapa. Pero eso no es de ahora tampoco. Rogge lleva poco más de año y medio en el cargo y hasta ahora no se había mostrado tan estricto con esta cuestión. ¿A qué viene que implique al COI en el infamante conflicto que hoy vive el mundo?

Todos sabemos, porque lo ha enfatizado Bush, que "antes o después y cueste lo que cueste" Sadam va a caer. Y con él sus hijos, incluido el cruel mandatario olímpico. Entonces, ¿a qué viene este pronunciamiento, esta lanzada a moro muerto? Da la impresión de que Rogge ha querido añadir su granito de arena a la hora de criminalizar al muy criminal régimen iraquí. Nadie lo necesita, y menos que nadie, Bush y Blair, que hace tiempo que dejaron de preocuparse por encontrar excusas para enviar allí sus marines, sus ratas del desierto, sus misiles y sus B-52. Ya no necesitan ni a Aznar.

Y además el COI no está para eso, sino para todo lo contrario. Y es una infamia más que una población que ha soportado a Sadam, sus dos guerras y sus muchos parientes, y que ahora sufre bajo las bombas, reciba de parte del papa de los cinco anillos esa amenaza de excomunión olímpica. El COI es un organismo de concordia, tolerancia y paz, y a la vista de la que está armada lo mejor que puede hacer su presidente es ser discreto. Samaranch acabó con los boicoteos y selló de nuevo la concordia olímpica. Con declaraciones como ésta, Rogge puede comprometer el máximo logro de su antecesor.