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Hacia un nuevo decreto anti-Porta

Hoy juega España, el equipo de todos y yo espero el partido con interés. Pero no puedo evitar la ominosa idea de que los directivos de ese equipo son Villar y su cuadrilla de alegres viajeros, y eso me avergüenza profundamente. Me explico mal que el fútbol español tenga estos dirigentes. Ese Villar que conchabea con FIFA y UEFA y es y no es de la comisión de arbitraje del Mundial mientras Al Ghandour nos atropella, o esos alegres turistas que apalean en excursiones optativas de pocos días cantidades con las que vivirían familias enteras durante un año.

Cantidades que deberían tener otro fin. Pretextan que la Federación es organismo privado porque sólo 800 millones (subvención del CSD) de los 11.000 de su presupuesto son dinero público. Mentira. También son dinero público los 800 millones que reciben de las quinielas, los 3.500 del contrato con RTVE por partidos de la selección y los 570 también de RTVE por los partidos de 2ª B. Total, 5.670, más de la mitad. Y el resto sale casi íntegramente de contratos publicitarios en torno a la selección, explotando en régimen de monopolio el nombre de España y su equipo nacional de fútbol.

Gente con más cultura o menos desahogo haría otro uso de ese dinero. Y gente más capacitada manejaría mejor un organismo que desde que se ha ido el secretario general es una casa de líos en la que dimiten comités, vuelan las cajas fuertes, salen cada día revelaciones escabrosas y hasta la final de Copa se convierte en un martirio. A Porta se le echó por un decreto que impedía ejercer durante más de dos mandatos. Luego se retiró ese decreto. Villar va hacia su cuarto mandato. En las alturas ya hay quien aboga por desempolvar aquel decreto. Porque otra solución no ven.